Bicentenario de Hispanoamérica: Miranda escritor

143 ataque sorpresivo sería un acto piratesco, deshonroso para el país. El Ministro desoyó la voz de los principios, la cordura y la paz, representada por Andrés Bello. El bergantín Aquiles capturó en el Callao, de noche y por sorpresa, los barcos de guerra peruanos. Y se hizo realidad la guerra contra la Confederación Perú-Boliviana. Las palabras con que Orrego Vicuña comenta este enfrentamiento de criterios entre el sabio consejero en las relaciones internacionales de Chile y el poderoso ministro, son elocuentes: "Partidario como se mostró siempre de la paz, solicitado su espíritu por los llamados de la fraternidad [...], don Andrés no pudo dejar de percibir cuán erróneo era destruir la confederación ideada por Santa Cruz, pues que lejos de constituir un peligro imperialista, era un paso positivo en el camino de la vinculación continental, y a ella pudo sumarse Chile, dando su tono al ensayo federal" 242 . A su vez, Lira Urquieta se refiere en estos términos a aquella diferencia de criterios: "La concepción nacionalista de Portales, fuerte y a la vez estrecha como cualquier nacionalismo, terminaría por imponerse. La guerra que dirigió Portales contra la Confederación Perú-Boliviana [...] no pudo ser simpática a Bello. Seguramente la miraría con horror [...]… Aunque esta guerra no era la primera que rompía la unidad americana, hubo de mirarla como un atentado a ese gran sueño" 243 . Otro gran admirador de Miranda, discípulo suyo, Bernardo O'Higgins, en carta al Presidente José Joaquín Prieto, el 24 de agosto de 1836, expresa: "A la verdad, aseguro a Vd. [...] que me llena de horror la sola idea de guerra entre Chile y el Perú" 244 . Y sin duda, de haber vivido, con horror habrían mirado Miranda, Bello y O'Higgins la guerra del Pacífico, 1879-1883, contienda que, cualquiera que hubieran sido sus causas, además de ser fratricida, se transformaría por parte de Chile en una guerra de conquista de territorios de dos pueblos hermanos, generando heridas que con razón se mantienen hasta hoy. Muy cercano ya al fin de su vida, Bello tuvo oportunidad de mostrar una vez más su vocación de paz. En efecto, en el período en que se fue preparando el terreno para la guerra con España de 1865-66, la 242 E. Orrego Vicuña, op. cit., p. 158. 243 Ibídem, p. 135. 244 Reproducida por B. Vicuña Mackenna, op. cit., II, p. 80.

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