Bicentenario de Hispanoamérica: Miranda escritor
16 caso de ofrecer a la patria el sacrificio de vuestro reposo y de cumplir el voto sagrado que tantas veces le habéis hecho. El enemigo se ha internado hasta el corazón de la provincia; ha saqueado los pueblos, devastado los campos y cometido horribles excesos. La seducción, el fanatismo y la imbecilidad de algunos de vuestros compatriotas le han procurado puestos ventajosos y muchos descansan tranquilos en el borde del precipicio. Pero otros se baten gloriosamente en este campo del honor, que es el teatro actual de la guerra: levantan a la Patria en sus brazos y la muestran a sus enemigos majestuosa y terrible [...]" 18 . A fines del mes de junio, Miranda lucha todavía. Concentrado en el pueblo de La Victoria, espera a los realistas. Desde el 20 a 29 recibe los ataques de Monteverde. El último día, el jefe realista refuerza sus hombres con tropas veteranas recién traídas desde Puerto Rico. La ofensiva parece imbatible. "Sin embargo, los patriotas lo rechazaron, causándole cuantiosas pérdidas, y llegó a estimarse ese triunfo como una victoria definitiva. Comenzaba a apreciarse, sobre todo, que el valor y el entusiasmo de los republicanos podían suplir en gran parte lo que les faltaba en conocimientos: "Sin concierto ni formación alguna —observó el coronel Austria— llegaban los infantes al fuego, armados sus fusiles; la artillería movía sus piezas y trenes con urgente velocidad; los oficiales y jefes llenos de valor y sin atender al puesto que les correspondía, con noble disputa del peligro, enardecían a la tropa. El Generalísimo mismo, a la cabeza de algunos lanceros, se arrojó a lo más reñido de la refriega: todos avanzaron con heroico denuedo y de consumo, hasta obligar a los realistas a buscar su salvación en una desordenada y vergonzosa fuga". Y el padre Martel, también testigo presencial, anotó que los soldados admiraban la serenidad y semblante risueño que mostraba Miranda" 19 . Esa última acción heroica parecía mostrar que las palabras del Generalísimo estaban comenzando a ser oídas. Llama a sus compatriotas: "Marchemos, compañeros míos, a Coro, Maracaibo y Guayana. Destruyamos estas madrigueras de bandidos que infestan el país de los hijos primogénitos de la libertad colombiana; después descansaremos; después nos abrazaremos mutuamente; el padre, el hijo y el esposo 18 F. de Miranda, Textos sobre la Independencia, 159. La proclama citada más abajo en la p. 161-162. 19 A. Mijares, op. cit., 216-217.
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