Bicentenario de Hispanoamérica: Miranda escritor

119 política, fuera del corazón probado de un amigo, y que esa nación es la de los Estados Unidos. «Elegid pues un amigo, pero elegidle con el mayor cuidado, porque si os equivocáis sois perdido. Varias veces os he indicado los nombres de varios sud-americanos en quienes podríais reposar vuestra confianza, si llegarais a encontrarlos en vuestro camino, lo que dudo porque habitáis una zona diferente. «No teniendo sino muy imperfectas ideas del país en habitáis, no puedo daros mi opinión sobre la educación, conocimiento y carácter de vuestros compatriotas, pero a juzgar por su mayor distancia del viejo mundo, los creería los más ignorantes y los más preocupados. En mi larga conexión con Sud-América, sois el único chileno que he tratado, y por consiguiente, no conozco más de aquel país que lo que dice su historia, poco ha publicada, y que lo presenta bajo luces tan favorables. «Por los hechos referidos en esa historia, esperaría mucho de vuestros campesinos, particularmente del sur, donde, si no me engaño, intentáis establecer, vuestra residencia. Sus guerras con sus vecinos deben hacerlos aptos para las armas, mientras que la cercanía de un pueblo libre debe traer a sus espíritus la idea de la libertad y de la independencia. «Volviendo al punto de vuestros futuros confidentes, desconfiad de todo hombre que haya pasado de la edad de 40 años, a menos que os conste el que sea amigo de la lectura y particularmente de aquellos libros que hayan sido prohibidos por la inquisición. En los otros, las preocupaciones están demasiado arraigadas para que pueda haber esperanza de que cambien y par que el remedio no sea peligroso. «La juventud es la edad de los ardientes y generosos sentimientos. Entre los jóvenes de vuestra edad encontraréis fácilmente muchos, prontos a escuchar y fáciles de convencerse. Pero, por otra parte, la juventud es también la época de la indiscreción y de los actos temerarios: así es que debéis temer estos defectos en los jóvenes, tanto con la timidez y las preocupaciones en los viejos. «Es también un error creer que todo hombre porque tiene una corona en la cabeza o se sienta en la poltrona de un canónigo, es un fanático intolerante y un enemigo decidido de los derechos del hombre. Conozco por experiencia que en esta clase existen los hombres más ilustrados y liberales de Sud-América; pero la dificultad está en

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=