Una proeza fotográfica Domingo Ulloa: imágenes del Ballet Nacional Chileno 1954-1967

y coreógrafos con una danza con sentido y colaboradora con los procesos de cambio que marcaron su ideología.Los textos en castellano y asistencia musical fueron de Abdulia Bath. La escenografía e iluminación de Irma Valencia y el vestuario de Betty Alcalde. En el programa de estreno, el 1 de agosto de 1956 en el Teatro Municipal de Santiago, se decía: “Bastián y Bastiana, enamorados, pero rogadizos, reciben una sabia lección de parte del buen amigo Colas, quien, usando el viejo recurso de celos, les demuestra la futilidad de sus rencillas”. En las fotografías de Ulloa es posible apreciar a Noelle de Mosa como Bastiana, a Rolf Alexander como Bastián y a Alfonso Unanue en el rol de Colas (véase fotografías en p.126). El compromiso de extensión universitaria, correspondiente con el compromiso artístico en la sala de ensayo, en el entrenamiento y en el escenario, la rigurosidad y perfeccionismo de la dirección de Uthoff redundaba en el reconocido impacto en las audiencias de Santiago y regiones del Ballet Nacional Chileno.Celebradas fueron las giras por el territorio nacional en las que se presentaba el mismo repertorio que se mostraba en el Teatro Municipal de Santiago, sin embargo las exigencias de infraestructura y técnicas de los espacios escénicos de provincias, hacía imposible llegar a una cantidad mayor de ciudades. No era fácil movilizar e instalar los 90 músicos de la Orquesta Sinfónica y un coro de cien voces y solistas, como era el caso de Carmina Burana . En la famosa “Gira al Sur de 1955” se presentaron las obras Carmina Burana, Alotria, Czardas en la noche, Capricho vienes y Don Juan de Ernst Uthoff, Redes de Octavio Cintolessi, Facade de Malucha Solari y Pavana de Kurt Jooss. La ciudades que recibieron al Ballet Nacional Chileno fueron Puerto Montt, Osorno, La Unión, Valdivia, Temuco, Angol, Los Ángeles, Concepción, Lota, Tomé, Chillán, Linares, Talca, Curicó y San Fernando. Al corto andar después de la conformación de la compañía, comienza a aparecer la necesidad de búsqueda de una cierta identidad, la obra Milagro en la Alameda fue un intento de Uthoff de acercarse a una cultura que no era la propia. Representar una cultura ajena es, hasta los tiempos presentes, un dilema incluso para los que dentro de su propio territorio se esfuerzan por representar rasgos culturales identitarios de otros. En los últimos tiempos parece ser un cargo de conciencia de los coreógrafos extranjeros que ejercen su labor creativa en un país con una cultura ajena. Se puede constatar, entre otros, en el trabajo con el grupo Los Jaivas de Gigi Cacciulianu o en el más reciente montaje con leyendas andinas, Añañucas , del actual director del BANCH. Intentos por acercarse a nuestra cultura, en los que la contundencia temática queda a juicio de los espectadores, la crítica y los estudiosos del tema. Distinto fue el caso de El Canto General de Neruda en la obra de Patricio Bunster, Calaucán de 1959. Aquí se plasma un ideal de búsqueda de un ballet latinoamericano, coherente con una ideología que trata de manera contundente nuestra historia y nuestro devenir. Después de varios años, algo pasa en la compañía, las bailarinas se suben a las zapatillas de punta, adoptan manierismos de otros estilos, seguramente la convención de que una compañía no puede ser sólo moderna o contemporánea y los deseos de abarcar un repertorio clásico, hacen variar la impronta del Ballet Nacional Chileno. El registro fotográfico de Domingo Ulloa resulta ser un testimonio de estas tensiones que vivió el Ballet Nacional Chileno las que dieron origen, en esa época, a propuestas coreográficas como Pájaro de Fuego, carnaval y Pas de trois . Por otro lado, esta apertura permitió a jóvenes coreógrafos como Germán Silva, plasmar propuestas que combinaban técnicas supuestamente incompatibles: contracción moderna en zapatilla de punta. ‘ Gente Nadie’ , de 1967, es una muestra de búsqueda de lenguaje con temáticas identitarias, música y poemas chilenos. Notables fueron las interpretaciones de Fernando Cortizo y Magali Rivano en los roles protagónicos. La unión de la técnica académica-clásica (Ballet) con la técnica moderna es notoria en la obra de Silva, combina al mismo tiempo la suspensiónmáxima del peso con la zapatilla de punta y movimientos de pelvis propios de la danza moderna. La protagonista es quien utiliza las zapatillas de punta, pero con exigencias técnicas importantes como son las salidas del eje estable, con caderas fuera de su centro. Incorpora dinámicas de movimientos propias de la danza moderna como son los movimientos rápidos y fuertes centrales y periféricos. Los protagonistas de esta obra, con experiencia en repertorio clásico 59 UNA PROEZA FOTOGRÁFICA DOMINGO ULLOA Imágenes del ballet nacional Chileno 1954-1967

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