Viajeros y botánicos - page 124

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hay evidencia, sin embargo, que él le diera alguna respuesta o
hubieramantenido antes alguna comunicación con él, salvo esta
afirmacióndeMrs.Graham, la cual debe ser verdadera, pues ella
recibió toda su información sobre los héroes Carrera Verdugo,
de parte de la familia Cotapos unida a ellos por tan estrechos
vínculos. Según esta afirmación deM. Graham –de la cual no
haymotivo de duda, si se considera quiénes la informaron y el
queMrs. Graham era gran admiradora del héroe–, fue efectivo
que Dn. JoséMiguel CarreraVerdugo actuó de acuerdo con el
criminal realista Vicente Benavides, para hostilizar al gobierno
chileno independiente, encabezado por el Libertador Bernardo
O’Higgins, dando, así, mayor razón y evidencia a los historiadores
imparciales, al escribir que don JoséMiguel sólo seguía supasión
personal y nodudaba “en volver su espada contra supatria para
vengarse de sus enemigos”.
El
Journal
también incluye seis apéndices sobre diversos temas.
Tal vez el más novedoso sea la “Descripción de los árboles y
arbustos útiles de Chile, redactada para la Corte de España, en
cumplimiento de un Edicto Real del 20 de julio de 1789”.
Otro de esos apéndices es un prolongado testimonio, escrito a
petición de Mrs. Graham, por el irlandés William Yates, sobre
las venturas, desventuras y correrías del General José Miguel
CarreraVerdugo. Yates estuvo lealmente junto al héroe hasta sus
últimos momentos. El historiador don JoséMiguel Barros dice:
“Este testimonio fue escrito a petición de M. Graham por W.
Yates que acompañó a José Miguel Carrera hasta su ejecución
en Mendoza. Es el testimonio de un testigo directo sobre las
guerras civiles argentinas, cuyo alto valor documental no puede
desconocerse, si bien el autor se deja llevar por su lealtad y aun,
por su devoción por el general chileno”.
Sedebe señalar queYates, en su “Testimonio” incluye afirmaciones
deuna falsedadgrotesca, las cuales, por desgracia, algunos lectores
creyeron y creen apie juntillas: p. ej. pág. 377, “O’Higgins sehizo
nombrar Presidente en1814 y aMackennade segundo”. Pág. 387,
calumnia e insulta a SanMartín, le atribuye la orden dematar a
los hermanos Carrera Verdugo enMendoza. El Capitán general
don José de SanMartín –según Barros Arana– declaró: “Nada
tuve yoque ver con el fusilamientode los hermanosCarrera, pero,
si yo hubiese sido entoncesGobernador deMendoza, los hubiera
hecho fusilarmucho antes”. Yates dice, luego, que lamatanza de
San Luis fue ordenada por SanMartín para asesinar al general
realista JoséOrdóñez yque se llevó a cabo el 8de febrerode1817.
Esta afirmación es insalvablemente errónea. El General Ordóñez
peleó el 5 de abril de 1818 enMaipú por el bando realista. Fue
tomado prisionero, llevado a San Luis, Argentina. En 1819 fue
asesinado, al parecer, por planes ydisposiciones deDn. Bernardo
deMonteagudo, gran amigo de Chile y eficiente eliminador de
quienes él consideraba enemigos de nuestra nación. Tanto que,
a veces, según algunos autores, exageró la nota. Pág. 464, sobre
Carrera Verdugo: “Durante los tres años que gobernó Chile, en
todas sus campañas jamás ordenó que a alguien se le quitara la
vida”. Yates estaba poco ymal informado. Al parecer, no leyó el
“DiarioMilitar” de Carrera Verdugo, donde el héroe incluye la
listade los 19 ciudadanos contrarios a su gobierno y a supersona,
que acusóde “realistas” ymandó a ahorcar enTalca yConcepción.
En actuaciones posteriores, procedió tan despiadadamente con
los prisioneros de ese bando, que el Gobierno de Santiago lo
conminó a usar mayor clemencia, pues las autoridades realistas,
en revancha, podían proceder con igual crueldad contra los
prisionerospatriotas. Pág. 397: “Variosde los respetables ciudadanos
de Buenos Aires instaron a Carrera que aceptara el gobierno del
país”. Esta afirmación no tiene sustentación histórica alguna.
Ni en Argentina ni en Uruguay ni en Chile se ha encontrado
testimonio o documento que respalde esta aseveración de Yates,
quien fue el primero en afirmar tal fantasía. Desde entonces,
basándose en su engañoso testimonio, otros la han repetido, sin
aportar nada que la sustancie.
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