Ser-humano (cartografía antropológica)
— 94 — 3 Ello es relevante además para nuestro análisis y constituye una singularidad, dado que el filósofo no siempre está consciente de la trascendencia histórica de su pensamiento. Por otro lado, ello se relaciona con el sentido de lo histórico que a lo largo del tiempo es muy diverso y se va acentuando cada vez más. En rigor, como lo ven distintos autores, entre ellos Foucault, el sentido genuino de lo histórico es un fenómeno propiamente moderno (para Foucault cae dentro de la época que él describe como “clásica”). Únicamente cuando el hombre percibe que hay progreso, y ello se relaciona especialmente con los logros de la técnica en la modernidad, se comienza no sólo a reconocer lo histórico, sino que el hom - bre se asume él mismo como esencialmente histórico. Ello es crucial para nuestras concepciones antropológicas, porque a partir de ello se explica que desde el ser humano como centro en adelante se da inicio, como es perfectamente visible, a una multiplicación de esas concepciones. Si medimos esto en el tiempo, y contando sólo desde el animal racional en adelante, significa que hasta llegar al ser humano como centro han pasado al menos 2.000 años, y de las 12 concepciones antropológicas desde el ser humano como centro en adelante quedan todavía 8, gestándose ellas en una lapso no mayor de 4 siglos. Hay que destacar también que en lo relativo al nacimiento de lo histórico, antes de que lo determinante sea el progreso, lo es ante todo justamente la noción de centro. En otras palabras, para que haya propiamente historia y el hombre se asuma como un ser esencialmente histórico, es necesario que se produzca la mencionada centralización. De lo contrario, prevalecen las ideas de destino, lo que lleva a Walter Schulz a denominar esto como “historia trágica”, especial - mente presente en Heródoto: “Heródoto intenta mostrar que tras las acciones de los hombres, que parecen casuales, están los dioses como los auténticos conductores de la historia. /.../ La interpretación de la historia de Heródoto está emparentada con el presupuesto de la tragedia griega clásica, cuyo sentido oculto es desencubrir el poder oculto de los dioses. El hombre puede caer en el encandilamiento; a cada momento el destino lo acecha” (GdE, p. 384 ss., trad. mía). O prevalece también la “historia” de un camino de salvación, y más encima bajo el supuesto que en los asuntos humanos interviene la Providencia divina, como sería para el homo viator , es decir una historia ya diseñada y a la vez un camino preestablecido, que el hombre debería seguir. Sólo cuando el hombre encuentra su centro no más en el cosmos o en Dios, sino que se centraliza, asumiendo que él es propiamente el actor histórico y que lo que sucede depende de él, entonces hay historia en propiedad.
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