Ser-humano (cartografía antropológica)
— 89 — Según podemos observar, aquí se presentan los mismos parámetros que ya des - tacamos a propósito de la concepción del daimon : que “algo” habla en noso - tros, que ello dice siempre lo verdadero y recto, siendo por ello infalible, y que aquello es “algo Otro”. En el caso de la syntéresis ello se revalida, sólo que ahora referido ante todo a una trascendencia. Salta a la vista que en la concepción tomasiana de la conciencia resalta la idea de Dios, en calidad de nuestro Padre y Juez Supremo, al que le debemos obe - diencia irrestricta. Ello guarda relación a la vez con el pecado, en cuanto éste supone una culpa personal ante Dios, vale decir, aquí no vale una culpa que sea simplemente de cara a quien he ofendido o causado daño, o de cara al Estado, sino única y exclusivamente ante Dios, y él sería al mismo tiempo el único que me puede perdonar. Ello sucede además sólo por obra de la gracia divina y no por un supuesto mérito personal –ambas posibilidades (gracia o mérito) reflejan una prolongada discusión medieval que se inicia especialmente con San Agustín y el monje Pelagio. Está claro a su vez que la concepción del pecado está inserta dentro de la es - catología cristiana que le da su impronta a la sociedad medieval. El pecado se entiende por ello en el contexto de la doctrina del juicio final, la vida eterna, el cielo y el infierno. Ello nos hace ver que lo que prima aquí es estrictamente la obediencia, y que en el íntimo fuero de la conciencia no hay lugar para la duda y vacilación. Por cierto esto cambia radicalmente con el próximo hombre que se anuncia –el hombre que encuentra el centro no más en Dios, sino en sí mismo.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=