Ser-humano (cartografía antropológica)

— 76 — Esto explica el alcance del pasaje de La estructura /... / donde Heidegger expre - samente opta por callar sobre dios y junto con ello, por el desenvolvimiento de un “pensar sin-dios”: “El que ha experimentado desde madura proveniencia a la Teología, tanto aque - lla de la fe cristiana, corno aquella de la filosofía, prefiere, en el ámbito del pen - sar, callar hoy sobre Dios” (DoV, p. 51). Con todo, cabe decir que el pensar filosófico hace simplemente lo que puede, y así como su aliciente y cometido es la pregunta por el ser, es también, y junto con ello, la pregunta por el posible dios. Tal como, podríamos decir, en primer lu - gar, Aristóteles comienza por conceptualizar, por definir al que llamamos el “dios de los filósofos” ¿cómo no reconocer que ello constituye un logro extraordinario del pensamiento, de las alturas que puede alcanzar el pensamiento humano, y junto con ello, el animal racional? Diríamos que desde Jenófanes y Aristóteles dios es definido de modo insuperable en la ontoteología. En otras palabras, dios no puede sino ser causa absolutamente primera y a la vez causa sui . Vistas las cosas de este modo, si hablamos de “superación de la estructura /o constitu - ción/ ontoteológica de la metafísica”, corresponde acotar esto, ya que si ella ha de significar que la pregunta por dios quede fuera de la metafísica, esto no pare - ce justificarse en manera alguna. No sólo el ser, sino también tiempo, eternidad, espacio, finitud, infinitud, destino, sentido, ethos , pero también, por supuesto, dios , todo ello entra en la dimensión del preguntar filosófico y se mantiene allí a lo largo del tiempo. La ontoteología que encontremos en Grecia, en rigor, no debería constituir pro - blema alguno. El problema se ha de plantear después con el homo viator , ya que desde entonces se hará presente con fuerza arrolladora el Dios de la fe y al mismo tiempo el supuesto Dios revelado en la ontoteología. Ésta última se plan - tea ahora pues como filosofía cristiana . Y justamente por estar aquí en juego un Dios, a saber, una supuesta verdad, fundamento, origen, finalidad, sentido que ya se reveló, se hace valer, se impone sobre el auténtico preguntar abierto, del que se alimenta la filosofía, una supuesta respuesta absoluta que tiende enton - ces a acallar, cuando no, a apagar ese preguntar. Precisando entonces, la supera - ción de la ontoteología tendría que entenderse de manera acotada en términos de una puesta en entredicho de la filosofía cristiana, haciendo valer en ello las palabras del propio Heidegger: la filosofía cristiana es un “hierro de madera” de la Introducción a la metafísica . No se puede propiamente hacer entonces filoso - fía, no se puede desplegar el pensamiento filosófico si respecto de toda pregun - ta que nos hagamos, y no sólo en el terreno de la metafísica, sino también de la ética, tenemos la respuesta bajo la manga de un supuesto Dios que ya se reveló.

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