Ser-humano (cartografía antropológica)

— 57 — dirección, vale decir, incentivando la sensibilidad poética que hay en el niño y manteniéndola durante la enseñanza básica, media y superior. De todos modos, cabe agregar que, si invocamos aquí el “pensar poético” de Heidegger en este contexto y teniendo en mente una “salida” a nuestra situa - ción actual, por la relación distorsionada que tenemos con el entorno, ello no debe entenderse, como podría parecer, en el sentido de la propuesta de una nueva “concepción de mundo”. El pensamiento heideggeriano nos pone enfáti - camente al resguardo de aquello; él procura no entrar en una suerte de “lucha de Weltanschauungen ”. Más radicalmente se trata pues, en lo que respecta al “pensar poético”, como un nuevo modo de ser y de habitar el mundo, a saber, un “habitar” ( Wohnen ) que es a la vez “cuidar” ( Schonen ). El homo sacer desde la perspectiva de Ricoeur Cabe destacar a la vez que, por lo que vamos viendo, no sólo hay enseñanzas del homo sacer de la mayor relevancia para nosotros, sino que al mismo tiem - po en la medida en que indagamos su modo de ser, encontramos en él tácitas pre- concepciones filosóficas. (Al entrar ahora en el pensamiento de Ricoeur, advertiremos que él reconoce pre-concepciones filosóficas en el estadio mítico de la humanidad). Si atendemos a lo que puede haber sido la moral del homo sacer , pienso que la explicación que Ricoeur ofrece de ello es esclarecedora. Él se pregunta acerca de esto en términos de lo que sería una teodicea, mas esta palabra prefiere evitarla. La indagación, desplegada principalmente en Finitud y culpabilidad , se centra, en lo que atañe a lo que es el bien y el mal, en las culturas del hombre arcaico, y el filósofo prefiere no ponerle un nombre a la mencionada indagación. Ricoeur plantea que tanto el bien como el mal son percibidos en aquellos tiem - pos remotos como externalidades 23 . Esto quiere decir que mal y bien para una tribu sobrevienen sin que en el primer momento del estadio de la externalidad esté lo que es bueno o malo mediatizado por alguna culpa. Esto se refiere no únicamente a catástrofes naturales, las cuales de por sí son externalidades, sino también a hechos humanos como un robo o un crimen. Se trata en estos casos de que el miembro de la tribu que ha realizado alguno de estos actos está poseí - do por una fuerza extraña – tal vez algún demonio o antepasado. Es por ello que aquí tiene lugar el estigma que puede pesar sobre algo o alguien, lo que también Lévi-Strauss explora en su Antropología estructural 24 . En el segundo momento del estadio de la externalidad –externalidad del mal en particular– la culpa se ha vuelto colectiva. Ya Nietzsche destaca en la Genealogía 23 P. Ricoeur, Finitud y culpabilidad , trad. de Alfonso García y Luis M. Valdés, Madrid: Taurus, 1991, p.189 ss. En lo sucesivo: Fyc. 24 C. Lévi-Strauss, Antropología estructural , trad. de E. Verón, Barcelona: Paidos, 1995, p. 195 ss.

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