Ser-humano (cartografía antropológica)
— 21 — La vía consciente de inserción en el ser se expresa sobre todo a través de la me - ditación, y también concierne por cierto a la propia filosofía. En el caso del ero - tismo diríamos que la forma elevada que puede tener en el amor supone nueva - mente que seguimos una vía consciente de inserción en el ser. En términos del amor, amamos una persona en forma plenamente consciente. Es más, de alguna manera esa toma de conciencia de que la amamos y de que probablemente ella también me ama, suele reforzar ese amor, contribuyendo a profundizarlo. ¿Cómo se explica que pueda haber esta doble posibilidad de inserción en el ser de la plenitud? De un lado porque a través de la vía inconsciente, regresamos a nuestro origen, a nuestro haber sido nada más que partes de la plenitud inconmensurable del ser, como una gota en el océano. Es por ello también que en las vivencias que se dan a nivel del inconsciente solemos sentir una íntima conexión y hermandad con todo, no sólo con los otros seres humanos, sino con el animal, la planta y el mineral. Al fin y al cabo provenimos del ser que nos es común a todos y que de alguna forma nos ha sido donado. El pensamiento estoico de la simpatía univer - sal nos muestra precisamente esto y ciertamente la unión que hay en Brahma, en la filosofía oriental. Del otro lado, al seguir la vía consciente y al estar plenamente conscientes deja - mos que el ser se manifieste en nosotros, ya que es el ser el que ha evolucionado hasta tal punto que ha alcanzado la forma de la conciencia, y nosotros tomamos parte en ello. Desde esta perspectiva, el sujeto universal, relacionado con una de las concepciones antropológicas (No. 6) supone un importante anticipo del ser humano consciente. Mas, a la vez interesa destacar aquí que las vías inconsciente y consciente supo - nen la inserción en el instante, el ahora, pero un ahora que es siempre ahora . Si Parménides pensó el ser como eterno y que su eternidad es la del eterno-pre - sente, el siempre-ahora, el ahora-estático, cabe sostener que a partir de ello se abre para el hombre la posibilidad de atender a un posible correlato existencial que ello pudiera tener. Esto quiere decir que el hombre está siempre justamente en la búsqueda del instante que se eterniza . Kierkegaard (el gestor del ser huma - no singular) fue el primero en seguir la dirección de aquel correlato existencial. Hans-Georg Gadamer en La actualidad de lo bello distingue dos experiencias temporales: la primera en la que estamos, en cierto modo, caídos en el tiempo, y lo vivimos con alguna penuria como tiempo vacío; la segunda experiencia la podemos poner en paralelo con el instante que se eterniza; en ella el tiempo está “lleno” y ello sucedería particularmente en el arte, el juego y la fiesta: “La experiencia práctica, normal, del tiempo es la del ‘tiempo para algo’; es de - cir, el tiempo de que se dispone, que se divide, el tiempo que se tiene o no se
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