Ser-humano (cartografía antropológica)

— 20 — cepción de un hombre genérico, como al que aluden las concepciones antropo - lógicas anteriores, sino que ahora el hombre se singulariza. Ello es únicamente posible en la medida en que el sujeto se afirma ahora no en primer lugar desde la razón, sino desde su temple anímico y afectivo. 10. El ser humano como proyección nace con Jaspers y Heidegger. El hombre se concibe y afirma ahora como posibilidad, ser-posible, proyección. Lo que sea lo dado en nosotros –lo que atañe a las capacidades que tenemos, a nuestro cuerpo– todo ello vale nada más que como un trampolín para realizarnos como poder-ser, como posibilidad. 11. El ser humano frágil es formulado en las postrimerías del siglo XX especial - mente por Ricoeur y Vattimo. El primero habla del hombre lábil – homo labilis – y el segundo del sujeto débil. Prefiero la expresión ‘frágil’ para definir al hombre de nuestra época, el cual enseña su fragilidad en la incapacidad de grandes doc - trinas y proyectos sociales, políticos, morales, religiosos. Mas, por otro lado, en ello se muestra su virtud, ya que asistimos a un sincerarse por parte de este tipo humano que es el que domina en nuestra época. --------------------- 12. A diferencia de todas las anteriores concepciones antropológicas, el ser humano consciente, corresponde más bien a una propuesta de salida frente a nuestra situación actual. Esto es lo que justifica que hagamos esa separación (representada por la línea en el gráfico) respecto de la concepción del hombre consciente. Podríamos decir que hay nítidamente dos vías a través de la cuales el hombre se hace uno con el ser, con la plenitud: una es de carácter inconsciente y la otra cons - ciente. Si reconocemos a su vez como caminos no sólo de acceso, sino de inserción en el ser –el arte, el erotismo, la mística, la fiesta– cabe decir que en ello seguimos justamente una vía inconsciente o consciente, o cierta amalgama entre ambas con un acento mayor en la conciencia o en un proceso inconsciente. Por ejemplo, el erotismo y la sexualidad los vivenciamos de un modo predominantemente incons - ciente. En el momento mismo de su realización experimentamos como algo se apodera de nosotros y nos entregamos, nos dejamos llevar por ello, como una inmensa ola que nos arrastra. La concepción de Bataille del erotismo expresa esto con insuperable claridad 5 . En el caso del arte observamos como en distintas expre - siones del arte contemporáneo predomina la vía inconsciente, mas no es así en el arte tradicional anterior. Por su parte, en la fiesta, y considerando como en ello so - mos tributarios del modo de ser festivo y ceremonial del homo sacer , nuevamente predomina la vía inconsciente de inserción en la plenitud. 5 Cfr. Georges Bataille, El erotismo, trad. de Antoni Vincens, Barcelona: Tusquets, 1992, p. 25 ss. En lo sucesivo: EE.

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