Ser-humano (cartografía antropológica)
— 179 — también límites a la racionalidad, al animal racional– ya que hay también la vi - vencia de lo incomparable, que nos determina Tda, p. 378). Por cierto que esto guarda relación con lo singular, pero más que eso, con ciertas singularidades únicas con las que nos identificamos profundamente. Así, como varios filósofos del erotismo lo han visto, es lo que sucede con Eros . Entre ellos, Jaspers en su Psicología de las concepciones de mundo , destaca cómo el amor es la única re - lación humana que ve al otro como individuo, como persona, y no meramente como medio, caso o modelo: “Lo amado es siempre individuo . El individuo es otra expresión para lo abso - lutamente concreto. La categoría lógica del individuo se realiza sólo en el movimiento del amor. Por lo demás siempre indiferente, el individuo es tal únicamente para el amante, y para todos sólo particularidad, como un individuo entre muchos. Para el cognoscente es caso, para el que actúa medio, para el historiador vinculado con lo valórico y construido, para el lógico sin-fin y por ello inaprensible. El individuo empírico es la infinitud, que jamás puede ser agotada por el observador” (PW, p. 124). Pero, estas singularidades pueden ser de pronto también objetos, un juguete, un paisaje, el hogar. Y resulta que, justamente porque todo ello tiene un valor que sobrepasa toda medida para ti, pasa a romper el esquema, tornándose in - valuable. Pues bien, ello nos muestra que ciertas singularidades siguen siendo invaluables para nosotros. Cuando en 1934 Heidegger recibe el llamado a ocupar la cátedra más impor - tante de Alemania, la cátedra de la Universidad de Berlín, quien era entonces su íntimo amigo, Karl Jaspers, lo ha felicitado cálidamente por ello, y ocurre que pasado un mes Heidegger rechaza aquella cátedra; podemos encontrar la expli - cación de ello en su bello texto ¿Por qué permanecemos en la provincia? Leemos allí el siguiente pasaje: “Este es mi mundo de trabajo visto con los ojos mirones del huésped o del ve - raneante. Yo mismo nunca miro realmente el paisaje. Siento su transformación continua, de día y de noche, en el gran ir y venir de las estaciones. La pesadez de la montaña y la dureza de la roca primitiva, el contenido crecer de los abetos, la gala luminosa y sencilla de los prados florecientes, el murmullo del arroyo de la montaña en la vasta noche del otoño, la austera sencillez de los llanos totalmen - te recubiertos de nieve, todo esto se apiña y se agolpa y vibra allá arriba a través de la existencia diaria” 115 . 115 M. Heidegger ¿Por qué permanecemos en la provincia?, en: Publicaciones especiales del Departamento de Filosofía de la Universidad de Chile, “De la experiencia del pensar, y otros escritos”, trad. de Jorge Rodríguez; aparecido originalmente en “Revista Eco”, No. 35, 1963, Bogotá. / También en sitio web: http://www.heideggeriana.com.ar/textos/en_provincia.htm
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