Ser-humano (cartografía antropológica)
— 178 — ble”, pero que igual deja margen a una probabilidad, por mínima que sea. Arendt contrasta esto con el automatismo que es propio por de pronto de los procesos cósmicos, pero que también determina muy fuertemente nuestra conducta; en cierto modo, ello tiene que ver con cierta domesticación que recibimos y que nos deja presos en una tediosa rutina: “La verdad es que el automatismo es inherente a todos los procesos, más allá de su origen; ésta es la razón por la cual ningún acto singular, ningún evento singular, puede en algún momento y de una vez para siempre, liberar y salvar al hombre, o a una nación, o a la humanidad. Está en la naturaleza de los procesos automáticos a los que está sujeto el hombre, pero en y contra los cuales puede afirmarse a través de la acción, el que estos procesos sólo pueden significar la ruina para la vida humana. Una vez que los procesos producidos por el hombre, los procesos históricos, se han tornado automáticos, se vuelven no menos fata - les que el proceso de la vida natural que conduce a nuestro organismo y que, en sus propios términos, esto es, biológicamente, va del ser al no-ser, desde el nacimiento a la muerte. Las ciencias históricas conocen muy bien esos casos de civilizaciones petrificadas y desesperanzadamente en declinación, donde la perdición parece predestinada como una necesidad biológica; y puesto que tales procesos históricos de estancamiento pueden perdurar y arrastrarse por siglos, éstos llegan incluso a ocupar lejos el espacio más amplio en la historia docu - mentada; los períodos de libertad han sido siempre relativamente cortos en la historia de la humanidad. / Lo que usualmente permanece intacto en las épocas de petrificación y ruina predestinada es la facultad de la libertad en sí misma, la pura capacidad de comenzar, que anima e inspira todas las actividades humanas y constituye la fuente oculta de la producción de todas las cosas grandes y be - llas” 114 . Arendt está pensando al mismo tiempo en lo singular (tal vez el imposible del instante kierkegaardiano, es decir, de lo que contra todo lo esperado, ocurre, acontece). Ya en la Lógica aristotélica lo singular goza de un estatuto especial. La proposición “Sócrates es mortal” no es particular, sino universal, y digamos que lo es porque se refiere universalmente a “todo Sócrates”. En efecto, Sócrates, como cada cual, es un individuo singular, único e irrepetible. Proposiciones par - ticulares, por lo demás, dentro de esa lógica serían aquellas proposiciones con ciertos cuantificadores (“ algunos seres humanos son locuaces”). Con apoyo en la “nueva retórica” de Chäim Perelman, la retórica como teoría de la argumentación, entre muchos argumentos clasificados hay uno que caracte - riza muy marcadamente nuestro mundo: el de comparación. De alguna nuestra orientación en el mundo exige la comparación entre esto y lo otro, y ella a la vez nos permite tomar decisiones en términos de lo que preferimos y desdeñamos. Mas, la comparación tiene límites –y podríamos agregar que con ello se le pone 114 http://www.ddooss.org/articulos/otros/Hannah_Arendt.htm
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