Ser-humano (cartografía antropológica)
— 159 — Si entonces la verdad está originariamente alojada en el ser, secundariamente ha sido alojada ella en el juicio o proposición, así como especialmente lo ha llevado a cabo Aristóteles; ello se refiere al sentido de la verdad como adecuación entre cosa e intelecto ( adaequatio intellectus et res ). Heidegger plantea en De la esen- cia de la verdad que esta adecuación puede ser adaequatio intellectus ad rem (lo que es propio del realismo aristotélico-tomista) o puede ser adaequatio res ad intellectum (idealismo cartesiano-kantiano), pero pese a este giro histórico que tiene ver con el nacimiento de la modernidad (y con la constitución del ser humano como centro) se mantiene el sentido de la verdad como adecuación 104 . Como podemos observar, la verdad como adecuación goza de plena justificación y hacemos uso de ella todo el tiempo en nuestro desplazarnos por el mundo – tan sólo desde el momento que consideramos que la puerta está abierta o no, y ello sobre la base de juicios que no necesariamente formulamos expresamente. Con todo, antes que este estar predeterminados por la adecuación, la verdad está en identidad con el ser, está alojada en el ser. Y si la remitimos únicamente al juicio, proposición o teoría, significa ello que hemos desalojado a la verdad de su hogar originario. Esto es lo que Heidegger tematiza como olvido del ser y la verdad. Ahora bien, la concepción heideggeriana del ser como revelación y retiro, de la verdad como aletheia y la relación entre ser y Dasein en el doble movimiento, y agreguemos ahora, en la circularidad entre interpelación y correspondencia, todo ello es de la mayor notabilidad para el impulso directriz de la actual obra Ser-humano . Ello es así porque se trata de concebir al ser- humano ontocén - tricamente, desde el ser, y en este sentido particularmente como “ahí del ser”, como estancia iluminada, como claro (al modo de un “claro del bosque”) – Lich - tung – en el que no solamente se revela o retira el ser de la plenitud, sino nuestro propio ser, y que por ello históricamente da lugar a una pléyade de concepciones antropológicas que, por lo mismo, tienen y tendrán siempre el carácter de pan - tallas o máscaras. Mas, por otra parte, lo anterior no debe entenderse de tal modo que proponga - mos superar aquellas máscaras, bajo el supuesto de poder entendernos y viven - ciarnos desde un lugar prístino, originario, virginal. No, se trata más bien y ante todo de reconocer lo inevitable que son estas máscaras históricas que vestimos y llevamos con nosotros a lo largo de las épocas. Pero, a la vez se trata de sentir y dejarse tocar, al menos en ciertos momentos, por la punta de hielo de nuestro ser-humano. Como vemos, a nuestro juicio, la concepción del hombre como posibilidad y pro - yección tendría una particular cercanía con el ser-humano. Pero, ello no implica 104 M. Heidegger, De la esencia de la verdad , en: Hitos , trad. de Helena Cortés y Arturo Leyte, Madrid: Alianza, 2001.
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