Ser-humano (cartografía antropológica)

— 140 — Pero, lo viviente no es únicamente lo orgánico, sino también lo inorgánico. Vis - to desde esta perspectiva, con Nietzsche se recapitula la concepción del anima mundi del homo sacer , naturalmente con la diferencia de no presuponer en ello que esa vida del universo, de un cosmos viviente, sea la vida de dioses o es - píritus. Dionisos tiene, en este sentido, más bien cierto carácter simbólico en nuestro pensador. 5 En la Segunda Intempestiva el asunto es cómo la historiografía, y especialmente la dimensión que ésta comenzó a adquirir en el siglo XIX, corresponde a una carga tal que induce a mirar siempre hacia atrás, quedándonos así atrapados en el pasado. Podríamos decir que justo en el hecho de que el asunto que le preocupa a nues - tro pensador en la Intempestiva en cuestión es lo concerniente a la historiografía ( Historie ) –si acaso ésta le sirve o no a la vida– ello está en directa relación con la inquietud que genera la sobredimensión decimonónica de los estudios histo - riográficos. Respecto de este punto, cabe advertir que usamos dos palabras: ‘historia’ e ‘his - toriografía’. El término alemán para la historia propiamente tal, la historia de los hechos, es ‘ Geschichte ’, y en general se cumple que Nietzsche se atiene a esta distinción. No obstante, resulta claro que solemos usar ‘historia’ para referirnos indistintamente a los hechos o a la interpretación de éstos, y esto amerita nues - tra atención. Por lo general encontramos en distintos ámbitos una nítida separa - ción entre los hechos, los fenómenos, las cosas, y el estudio, la explicación o la interpretación que se hace de ellos: así en las ciencias, por ejemplo, si decimos ‘bio-logía’, ‘socio-logía’ o ‘psico-logía’ la alusión al ‘ logos ’ que hay en cada uno de estos términos hace referencia a que se trata de un plano del lenguaje, de la explicación de los fenómenos concernientes a la vida, la sociedad o nuestra psiquis. Entonces, podemos preguntarnos: cómo así no se cumple lo mismo con la ‘his - toria’, ya que si la distinguimos de lo que hemos llamado más arriba ‘historio - grafía’, lo cierto es que la recurrencia a este término es relativamente artificial. De hecho, las facultades y departamentos en los que se estudia la historia se llaman también “Facultad o Departamento de Historia” y no de “Historiografía”. La verdad es que el término que citábamos más arriba y que usa Nietzsche para salvar esta situación –‘Historie’– prácticamente nadie lo usa. Tal vez la explica - ción de ello está precisamente en nuestro término castellano ‘historio-grafía” (a diferencia de ‘historio-logía’) por cuanto ello testimonia el propósito de hacer una “grafía” del acontecer. Pero, la piedra de toque de esto está justamente en que ello no puede cumplirse a cabalidad. Si por las venas de la historia fluye la vida a borbotones, los estudios historiográficos son proclives a generar una

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