Ser-humano (cartografía antropológica)
— 137 — que ella muy directamente se debe al hombre activo y al poner el acento en la acción y en el trabajo, propio de él. Ello nos muestra algo muy singular y que da qué pensar: que la modernidad que comienza con un sello fuertemente racional, como es lo que corresponde al racionalismo cartesiano, a lo que se suman posteriormente Kant y el idealis - mo alemán, y tal vez porque además con Hegel la razón, como razón universal, alcanza su apogeo, del mismo modo que, como dice Platón, todo lo grande tie - ne que caer , inmediatamente a continuación comienzan embates y asonadas contra la razón que, a la postre, traen consigo su única justificación de carácter instrumental. A estos embates que ya mencionábamos, se agregan luego los de las siguientes concepciones antropológicas: del ser humano singular y del ser humano frágil. En cada caso, se encuentra un carácter, una determinación que se presenta en su supuesta mayor radicalidad ontológica que la respectiva de la razón. Si antes ha jugado este papel la voluntad o la acción, ahora, en estas últimas concepciones antropológicas, lo juega el temple, el estar , el estado aní - mico y afectivo del hombre singular. Por su parte, el hombre frágil también hace un contundente cuestionamiento de la razón, mas éste lo hace considerando ya el extravío de la razón que se ha instrumentalizado, reconociendo, al mismo tiempo, que esa razón instrumentalizada es la que manda en la historia en el momento actual. Con todo, en lo que se refiere al desplazamiento del sitial tradicional directriz de la razón, ha sido más que nada ese viento del querer de la voluntad el que ha estado soplando a lo largo de toda la modernidad, el responsable de ello. Y así como la razón, según ya decíamos, encontró su apogeo en la razón universal de Hegel, el querer-más, la voluntad de poder de Nietzsche significa el apogeo del querer moderno. Llama la atención que desde el momento en que con el ser humano volitivo y el ser humano activo comienza la instrumentalización de la razón, en lo que pau - latinamente la razón irá estando al servicio de poderes fácticos, como política, economía y tecnología, la razón, al mismo tiempo, y tras ella, el animal racional y el ser humano como centro, se radicaliza cada vez más y su dominio se vuelve omnímodo. Por de pronto, lo que explica esto es que la razón instrumental no es que esté al servicio de poderes fácticos, sino que en verdad esos poderes no constituyen sino una extensión de la razón. Si se quiere, por lo mismo, la propia instrumentalización en cuestión debe entenderse en el sentido de una aptitud de la misma razón. Por otra parte, lo que nos da qué pensar es que el animal racional por sí solo no habría podido transformar la naturaleza y la sociedad de manera tan portentosa como lo ha hecho, si no hubiera sido por estas alianzas, que generan amalgama y sinergia: con el ser humano como centro, el ser humano activo y el ser humano
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