Ser-humano (cartografía antropológica)

— 135 — una imagen directriz ( Leitbild ), es decir, una señal que orienta al hombre en su camino de auto-superación, superación que es siempre de sí mismo, y no en una supuesta vida eterna, en el cielo o en un dios. Pero para ello el hombre debe tener en cuenta –sigue Jaspers– su propia imagen ( Bild ) actual: ésta corresponde al “último hombre”, el “hombre hasta aquí” ( der bisherige Mensch ), que tiene que morir para que venga el super-hombre, cuyo portavoz que lo anuncia es en particular Zaratustra. Al concebir al super- hombre como una señal o signo ( signum ) y no como un modelo, evitamos recaer en la “metafísica platónico-cris - tiana” en la que siempre ha estado en juego un modelo humano a imitar, ya sea el animal racional o el hombre nuevo del cristianismo. Heidegger centra también en esto su atención, al plantear enfáticamente que el super-hombre es el hom - bre mismo, sólo que en tanto se asume como una voluntad de poder fuerte , vale decir, una voluntad de poder que asume que la realidad y los valores dependen de ella misma, de su propia perspectiva 92 . La voluntad de poder débil , en cam - bio, tiene como parámetro algo otro que ella misma; ella puede corresponder al propio cristianismo que de hecho sería en este sentido la expresión de la mayor voluntad de poder que históricamente haya habido, ya que de acuerdo con ella, se ha querido no sólo esta vida, sino incluso la vida eterna; y sin embargo esta voluntad de poder es precisamente débil porque, como decíamos más arriba, se apoya en algo independiente de ella misma que se pretende como verdad y valor absolutos. El super-hombre desde luego puede parecer una desmesura (y está claro que lo es en contraste con lo que vale como mesura, mensura y medida para el último hombre ). Mas, desde la perspectiva de Nietzsche, podría decirse que la total desproporción está en la creencia en la vida eterna. Con el filósofo del martillo no se está suponiendo rematar en un Dios o en un “más allá”, sino en un posible super-hombre que actúa como señal para impulsar a que el hombre en cada estado actual en que se encuentre, se supere a sí mismo. Sin embargo, una doctrina como la del super-hombre sólo puede desplegarse a la vez a partir de una férrea afirmación del querer y de un querer precisamente más. Es patente que esta afirmación comienza a darse con marcados anticipos antes, en los inicios de la modernidad. Más precisamente, ello comienza a su - ceder con Duns Scotus y Ockham; y luego con Descartes, como ya adelantamos, se plantea esto de un modo rotundo, todo ello en relación con la discusión res - pecto de la libertad. Claramente se observa como la libertad comienza a zafarse de la determinación del conocimiento (como sería en Tomás) y lo que se afirma cada vez más decididamente es la libertad de la voluntad. 92 M. Heidegger, Nietzsches Wort ‘Gott ist tot’, en: Holzwege , Frankfurt a/M: Klostermann, 1977, p. 215 ss. / Ed. Cast.: La palabra de Nietzsche “Dios ha muerto”, en: Caminos del bosque , trad. de Elena Cortés y Arturo Leyte, Madrid: Alianza, 1999.

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