Para que nadie quede atrás: A la memoria de nuestras(os) compañeras(os) y maestras(os)
90 que volvió a clases para descubrir otra de sus pasiones: la radio. El ingreso a ese mundo fue a través del profesor Gerardo Ayala y sus primeros y únicos pasos en ese medio los dio en Radio Agricultura, donde compartió la sala de redacción con Claudio Le Fort, otro de nuestros compañeros que nos dejó temprano. Pero esa emisora no representaba su visión política y emprendió nuevos rumbos hacia la prensa escrita. Se integró al Diario La Época, donde pudo hacer periodismo a sus anchas, entre 1990 y 1992. Allí reporteó el ámbito judicial y policial vinculado a los derechos humanos, particularmente a los hallazgos de detenidos desapare- cidos durante los primeros años del gobierno de Patricio Aylwin. y amigo, Patricio Parraguez, más el reportero gráfico Raúl Insunza, hicieron un trío inigualable que se ganaba portadas varios días a la semana. Otros colegas se fueron agregando al trío y compartieron almuerzos pantagruélicos en la picada de “Don Oscar”. (ver foto) Tanto en La Epoca como en Las Ultimas Noticias, Rubén investigó a fondo algunos asesinatos que causaron conmoción en ese tiem- po, por sus ribetes político-policiales. Algunos de ellos los llevó a las páginas de un libro en el cual fue invitado a participar por el periodista Manuel Salazar: “Bajo Sospecha”. Un nuevo desaf ío: Medicina LUN sufrió grandes transformaciones y los clics de su diario elec- trónico comenzaron a gobernar los temas. Rubén se hizo cargo del área de Salud, Ciencia y Tecnología, reencontrándose con una vo- cación dormida. A los 35 años comenzó a forjar la idea de dejar el periodismo e incursionar en medicina. Fueron largas jornadas de conversación antes de decidirse a dejar de ejercer el periodismo en los medios de comunicación. Al cumplir diez años en el diario y recibir la medalla de reconocimiento por dicho período, en marzo de 2003 presentó su renuncia y se abocó a su nuevo desaf ío, con clases de preuniversitario de por medio. Debió rendir la Prueba de Selección Universitaria (PSU), veinte años después de haber dado la Prueba de Aptitud Académica (PAA). Su objetivo era estudiar Medicina en la Universidad de Chile, pero el puntaje era una valla muy alta. Buscó en las universidades priva- das un proyecto de formación médica que lo interpretara, que res- catara el carácter humanista de la profesión y no se orientara a la superespecialización. Lo encontró en la Finis Terrae, donde recibió el apoyo de su decano y compañeros. No conforme con dedicarse a estudiar una carrera con elevada car- ga académica, que solamente se imparte en forma diurna, quiso se- guir vinculado al periodismo de una manera diferente, a través de la docencia. Lo hizo en la Universidad Las Américas, descubriendo una vez más otra de sus vocaciones. Preparaba cada clase con celo y dedicación, inculcaba a sus alumnos la importancia de estar in- formados, del reporteo o investigación rigurosa, de escribir bien y ser creativos. Se consolidó como reportero y a través de sus fuentes periodísticas y su reporteo minucioso, logró varios golpes noticiosos que le va- lieron un importante reconocimiento. Cuando decidió cambiarse de diario, porque La Época comenzaba su declinación, tuvo ofertas de trabajo simultáneas en La Terce- ra, El Mercurio y Las Ultimas Noticias. Decidir no fue fácil y en su determinación influyó en parte mi paso por este último medio cuando hice mi práctica profesional y me encontré con un grupo de colegas que me recibió muy bien, lo que esperaba se hiciera ex- tensivo a él. Y fue así, con su jefe Manuel Vega (Q.E.P.D), su colega En una conferencia de prensa junto a su colega Patri- cio Parraguez.
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