Mujeres de la tierra
quer(a por ah(" (Versión Mariana Queupil) Así. no sólo la in timidación patriarcal sobre la mujer como kalku. sino que la amenaza de su vi rtual infidel i- dad , aparecen para obligar a la mujer a la obediencia del poder masculino. La existencia como esposa entral'la la camalización del lugar subalterno de la mujer mapuche. El maltrato físico, la violencia. gatillarán - en algunos casos- una respuesta Cuando la vivencia constante de la opresión llega a sus limites la mujer decide marcharse, dejando e l espacio en que se cons0lida su desventaja sociaL Eme rgerá enton- ces la locuacidad de su rebeldfa: "Yo no soy esclava". La negati va a este estado devela la huella traumática que las mujeres se han venido transmitiendo por generacio- nes y posibilita, a su vez , el rompimiento de ese des tino. Para concretizar esta respuesta se recurre,a veces, a la figura paterna que desde el wenu-mapu permite recorre r el camino de dolor que la mujer-esposa soporta: pero también que da la clave para la salida de ese estado Asf, la separación de la mujer podrá estar avalada desde los peumas con un padre que "autoriza" y estimula a abandonar el hogar. Todo parece ocurrir entonces, por el mandato paterno, por el antepasado masculino que desde la tierra del cielo aún proteje y decide sobre la vida de su hija Con frecuencia , la separación implica no el retorno a la familia de origen sino la entrada a la vida nacional, a ocupar el luga r que el huinca le o frece como posibilidad conocida de autonomía económica: el empleo urbano como doméstica. El primer paso será la ciudad más cercana. donde la mujer encontrará una salida a su mar-
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