Mujeres de la tierra

Ya sea en la capital o en las ciudades del sur del país 11 , la familia habitará las comunas pobres, los má r- genes urbanos. No obstante, la cercanía o la lejanía reduccional evidenciarán modos de reali zación d iferen- ciales del agregado familiar y del pro<.:cso al cual asiste la mujer . A veces, el establecimiento fam iliar en las ciudades del sur generJr.i en la mujer una posición ambigua: habitar un sec tor fronterizo entre e l campo y la ciudad. Los nexos con la reducción de origen son basales para lograr la sobrevivencia , la medieria de animales o agr íco- la será la relación que permita acceder a recursos cam- biables por dinero. Especie de "banco", los anima les se rán una preocupación consta nte en tanto a trav~s de ellos, la familia podni solventar los gastos de educa· ción de los hijos, recurrir en casos de enfermedad o muerte. La mujer reproducirá la vida cotidiana mien- tras el cónyuge t rabaja rá o percibirá un ingreso vía j ub ilación o pensión de vejez. Una huerta germinará en el mínimo espacio poblaciona l, que ayuda rá al consumo, al "ahorro" de los magros ci rculantes. Así, la vida de la mujer en el entorno urbano austral se conectar.i boi sicamente con su pertenencia a lo ma- puche. Las relaciones con los vecinos de la población será n tenues. dadas por la cont igOidad . Los desplaza- mientos por la urbe tend rán como objetivo la visita a los parien tes que allí residen. La mujer permanecerá en su hogar, negándose muchas veces, incluso a reco- rrer las calles de la ciudad para efectuar las compras. U categor ía "vergOenza", da cuenta del fe nómeno de la segregación y de la posición subal terna de la etnia. La mujer sale s9lamente al campo, al espacio que domina y reconoce . El hombre se rá e l encargado de rea- lizar la med iación entre la vida doméstica v su inmersión 127

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=