Mujeres de la tierra

A lid hay qu~ estar escond{a y si la ven lo agarra11 a palo y la mujer se lleva todo, la tienen sin comer. m~bajando. como castigo. la miran como puta. f/ay mucho ojo. mucha mirá, mucho fijamlento en las mujeres. Todavia no hay .salida (Jara una mujer mapuche: ¡tienen que cambiarse esas cos tumbres!; yo .si no me caso creo que que voy a llegar allá: pero les paro el carro altiro. Asi es, vuelven las solieras y l/e ~·a11 las cosas que han logrado jumar. Pero crt:o que es di[(cll pa' una mujer volver, sobre todo cuando hay hermanos. emonces. uno tiene que agachar el mo1To. Y si me caso, palabro que me llevo al gallo pa ' mi casa. me lo llel·ari"a pa ' no es tar pascin· doltJ tan mal. (Maria Yidaf) Reint egrada por los mecanismos tradictona les, la vida de la mujer migran te se poblará de los signos de la ident idad étnica . Hay - por lo menos- dos modos en que se desarrolla su deveni r urbano. El primero. da cuenta de la consti- tución de una fumilia y el segundo. de la persistencia en e l empleo dornCsti co: dos instancias que eviden- ciará n la solución del connic to que se produce en la ciudad. El enlace que contraerá la mujer en la c iudad admite dos vertien tes : e l casamiento con un hombre mapuche o e l casamiento con un huinca. Este último pareciera ser el que las mujeres privilegian - en térm inos diseur- sivos - 69; pero es el primero e l que se r rea liza con mayor fre~ue ncia 70 . El asentam iento y permanencia en lu urbe, de todos modos. estará condicionado para la mujer oor la creación de un mlcleo fami liar. 126

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