Mujeres de la tierra

El Empleo y el Laberinto La l'ido mío fue tan demasiado dura: trabajando pura la casa, ser siempre la cocinera, que dije: ya estd bueno, 1'0)' a lrCK'er mi propia l'lda y a trabajar paro mi. po.ra I'C'!Siirmt> mejor o tener mis cosos como la otro ftu 't'ntud. Yo J>e(a nillus que se remOn a Santiago, sr ¡·estfan bien. 1enian unos buenos zarJutos: pero yo no, y eso me decidió a salir de la reducción . Entonces dije ¿qué J'O)' a hacer uqui?, mejor me l'Oy a Stmtiago )'me 1•ine con tma setloru apatronada. Esto fue etl el 65 y yo tenia 22 aíios. Em{Jecé u trabajar en Ñwloa. El lfabajo no me gusta- ba: r~em len fa que hacerlo. al flnultmo se acostumbra. M<' gustó Samiago. ¡claro qm: de primera andabo per- dida! Errcontraba una cosa tan grande, los edificios tan u/tos; (JOrque Temuco, en ew t poca era una ciudad cl!iquitita. (Marce/ina Queupumil) 113

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