Mujeres de la tierra

triarcal de su organización, y por lo extranjero de un sistema cultural con el que ehoea y se dispara. Pero también se evidencia de manera muy fina y compleja - a uavés de las voces que se acogen- el desmentido a la sumi sión absoluta, porque las muje· res mapuches se desenvuelven en el privilegio contem· poráneo de su situación bilingüe: a pesar de todo, más allá de l huinca mismo, e ll as hablan, rompiendo Jo reduccional de su hábitat . Y los tics y deficiencias de la oralidad aparecen trans· critos en su plena belleza, tensados con la cuidadosa elaboración de un discurso escrito que transcurre pro· gramando , engarzando Jos diversos estra tos del lengua- je: desde la cita al ruego religioso, en un texto que, coherentemente, apunta a una identidad, ident ificán- dose como un espacio otro, al cruzar en sí mismo la diversidad y pluralidad, en un procedimiento creativa- mente nuevo y emergente en nuestro ámbito; porque se toca lo que se toca y a su vez este roce, modifica la ensayística tradicional. A eso quiero refe ri rme: a la productividad de un trabajo que se erige contra la inercia de su propio género, re-dinamizando el ensayo, irrumpiendo, que- brando los parámetros petrificadores de la univocidad. En cambio aquí la emoción y lo intelectivo se juegan a fondo, creando así una tercera instancia: ser la escena y el esC(:na rio del lector, que verá con sus ojos la otra mirada y la otra de la ot ra de la otra, hasta ser la abuela de la abuela y la menor de las mujeres, para ser parida o parido al revés, tri.nsfuga de sí tras una tierra que se disputa, se desgarra y se vacía con la muerte, después de la carente y alucinada vida que vivimos. DiamelaEltit JI

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=