Del biombo a la cátedra: igualdad de oportunidades de género en la Universidad de Chile

Del Biombo a la Cátedra. Igualdad de Oportunidades de Género en la Universidad de Chile 146 chilena, aparece positivamente representada e, incluso, idealizada. De este modo, la Universidad es percibida como la síntesis pluralista del país, el camino hacia el conocimiento y el resumen de la excelencia intelectual nacional. Estas característi- cas no se limitan a la imagen que proyecta la institución como tal, sino que se ha- cen extensivas a sus académicos(as) y funcionarios(as), quienes adquieren estatus al desempeñarse como profesores(as) o directivos(as), lo que genera una sensación de seguridad laboral a los(as) funcionarios(as) y le da garantías de calidad y excelencia a sus estudiantes. En el caso del personal de colaboración, lo anterior se suma el hecho de que la ma- yoría de los(as) funcionarios(as) llevan muchos años trabajando en la Universidad; sus historias se configuran en torno a la institución, la que les ha brindado oportuni- dades que no hubiesen tenido en otros espacios. Entre estas oportunidades destacan: una oferta de capacitación y formación que les ha permitido ascender en la carrera funcionaria, una serie de beneficios laborales como días administrativos y facilidades horarias y, sobre todo, seguridad y estabilidad laboral en una institución de prestigio y reconocimiento nacional. La alta valoración por la Universidad se constituye a la vez en un mecanismo por el cual se aceptan, sin demasiados cuestionamientos, los modos de operar de la insti- tución, aunque no se compartan. La percepción de varones y mujeres es que si bien el modo de funcionar de la Universidad es sumamente exigente y por ende provoca una serie de inequidades, se trata de los costos que hay que asumir para ser parte de los(as) pocos(as) que detentan esta posición. Los argumentos que se esgrimen siguen más o menos la siguiente línea: en la medida en que ser parte de esta Universidad otorga una condición y una posición privilegiada en relación con los pares, entonces puede bajarse el perfil a los problemas que se identifican en su interior. En otras palabras, si tradicionalmente ha sido así y son estas inequidades las que permiten ostentar un estatus mayor, la aceptación de ese tipo de funcionamiento aparece como la mejor de las opciones. La lealtad institucional y el sentido de pertenencia justifica la falta de crítica de académicos(as) y funcionarios(as) al momento de detectar desigualdades en la Uni- versidad, enfrentando solo aquellas que les tocan más directamente y considerando que su intensidad siempre será mucho menor que en el resto de la sociedad, justa- mente porque ahí se afincan los(as) grandes pensadores(as) del país. En particular, las desigualdades entre hombres y mujeres son reconocidas por académicos(as) y funcionarios(as); sin embargo, no las atribuyen a causas de género ni las denominan como tales, sino que son categorizadas como parte de inequi- dades más visibles y abiertamente reconocidas, tales como las existentes entre las

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