Apostillas para una obra invisible
“ Dos caminos convergen aquí, le dice Zaratustra al enano, nadie los ha recorrido aún hasta su final. Esa larga calle hacia atrás dura una eternidad y esa larga calle hacia adelante es otra eternidad. Se con- traponen esos dos caminos colisionando frontalmente y aquí, en este portón, es donde convergen. El nombre de este portón está escrito arri- ba : instante ” 2 . El eterno retorno deshace las oposiciones duales propias de la metafísica tales como identidad / diferencia, unidad / multiplicidad, azar / necesidad, apariencia / realidad... De este modo, futuro y pasa- do dejan ya de distinguirse y se precipitan el uno hacia el otro y se confunden con el instante presente y en él. Queda anulada la dis- tinción originaria y originante presente/no presente, propia y carac- terizadora de lo que Heidegger denomina “metafísica de la presencia”. También quedan superadas las oposiciones metafísicas generadas a partir de ella tales como tiempo/eternidad, ser/devenir, etc. Así, “el ser no existe más allá del devenir, más allá de lo múltiple ni lo múlti- ple ni el devenir son apariencias o ilusiones” 3 . Deleuze está haciendo alusión aquí a la supresión que lleva a cabo Nietzsche del khorismós que se establece entre el mundo apariencial y el mundo inteligible real. Cuando el mundo verdadero devino fábula constituye la clave del programa de inversión del platonismo y puede considerarse, asimismo, como una suerte de deriva del acontecimien- to de la “muerte de Dios” en tanto que se refiere a la conciencia al- canzada de la ausencia de todo fundamento garantizador del sentido, bien sea a modo de transmundo ideal o bien sea en forma de estruc- turas objetivas inmanentes tales como la substancia o el sujeto. Si ya no existe el mundo real, menos aún existe el mundo aparente. Sólo queda el devenir. Deleuze piensa que Heráclito ha sido de los pocos que ha mirado de modo profundo el mundo, no viendo ni pensando “ ningún castigo de lo múltiple, ninguna expiación del devenir, ninguna culpabilidad de la existencia. No ha visto nada negativo en el devenir sino todo lo contrar- io: la afirmación devenir y del ser del devenir (...). Retornar es el ser de lo que deviene. Retornar es el ser del mismo devenir, el ser que se afirma en el devenir es el eterno retorno como ley del devenir,” 4 . Lo que retorna
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