Apostillas para una obra invisible

ca y a través de afectos (que no se identifican con los sentimientos sub- jetivos) y perceptos (que no equivalen a las percepciones de un sujeto bien determinado sino que refieren a un plano preindividual o pre- subjetivo), permite hacer visible aquello que el artista quiere proble- matizar como por ejemplo la excitación, o el deseo.... El arte hace perceptibles, los deviene sensibles, los procesos de trans- formación y de devenir que nos mueven a pensar. Pensar no depende desde la perspectiva deleuziana, que es muy crítica con la Metafísica del Sujeto, de la voluntad de un Sujeto sino de los acontecimientos que ejercen una violencia que fuerza al sujeto a pensar, en nuestro caso, la naturaleza de la excitación y de sus implicaciones. A conti- nuación vamos a tratar de expresar de modo conceptual una reflexión en torno a la ausencia de reflexión en torno a la excitación, como algo que queda marginado por razones lógico-epistémicas que, según la nariz de Nietzsche, revelaban y obedecían a un transfondo moral, a saber, los denominados prejuicios morales de raiz cristiana. Desde la perspectiva afirmadora de la vida según el eterno retorno, es- tos prejuicios son deconstruidos y eliminados y la excitación ya puede ser objeto de reflexión y de experiencia plena, inmanente a nuestra propia constitución siempre abierta, en constante replanteamiento ligada a la experiencia de la novedad que aporta el eterno retorno (siempre diferente en tanto que diferente) de cada excitación. Se puede afirmar, entonces, que el eterno retorno inaugura un espacio postmetafísico desde el cual pensar de otro modo la temporalidad en tanto que “el eterno retorno no es tanto la negación del tiempo como la negación de la trascendencia. El tiempo negado aquí es el tiempo como tendencia a otra cosa , el avance hacia un fin que, justamente, en cuanto no es ( nunca ) alcanzado, permite al tiempo ser en sus di- versas articulaciones” 1 . En De la visión y el enigma Zaratustra expone lo que pudiera conside- rarse una interpretación postmetafísica de la temporalidad: el instante constituye la conjunción del pasado y del futuro produciéndose, por medio de la coincidencia de los opuestos, la identificación del ins- tante y la eternidad.

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