Apostillas para una obra invisible

efecto, la circulación de la información edita y hace disponible su “contenido” de tal manera que la realidad deviene imagen de la real- idad . Pero, ¿acaso no es siempre posible obtener imágenes de la realidad? ¿No han recibido desde siempre los acontecimientos un cuerpo retórico que –como testimonio, narración, noticia o escena visual- lo hacía circular? ¿No ha sido el arte -la pintura por ejemplo- un recurso fundamental para la ilustración de los libros de historia? Claro está, la diferencia que hoy nos hace reflexionar acerca del estatuto estético de lo Real consiste en que los procesos y procedimientos de registro y circulación de las imágenes de la realidad son ellos mismos soportes de lo Real. La circulación de imágenes acontece hoy a una escala in- édita de registro, velocidad y sostenida transformación de sus propios contenidos (la figura del “archivo” es en este sentido extemporánea). ¿Ha sido el arte un dispositivo en el proceso de progresiva estetización de la realidad? En conformidad con las expectativas reflexivas que el siglo XX proyectó sobre el arte, el trabajo crítico del artista consistía en produ- cir la conciencia respecto de la condición representacional del mundo, se proponía, pues, la des-alienación de la subjetividad y por lo tanto la intermitente catástrofe de ésta, porque el “sujeto” en su represen- tación burguesa no era sino el inadvertido trabajo de construcción del mundo en la representación. Pero pareciera que hoy el mundo ya no puede proponerse simplemente cono una inadvertida representación (como en The Truman’s Show ), en el sentido de que ya no es posible su estabilización como soporte de la existencia humana y, consecuente- mente, como espacio pre-dado (incluso en su versión ideológica) de los encuentros y relaciones entre los individuos. En suma, no existe un espacio de la comunicación, sino que la comunicación misma es el “espacio”. Se podría decir que el espacio ha ingresado en el lenguaje, o que el lenguaje se ha retrotraído al soporte. La pregunta que al respec- to nos hacemos es la siguiente: ¿se puede interpretar hoy la inmanen- cia de la “comunicación” en conformidad al principio moderno de la emancipación? Dada la caracterización del problema que proponemos, el arte ya no

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