Memoria histórica sobre la revolución de Chile : desde el cautiverio de Fernando VII, hasta 1814

i 1' 1 l 1 'l ;1 ,, • •EIIOaU mst'dllCA tirado a su cuartel , y que dicho Figucroa de ampar a ndo a su tropa se hahia rcfujiado en anto Domingo, montó a cap allo el vocal D. Juan llosas, y saliendo a la calle acompañado de pocos Dragones, ib:i llamando a cuantos encontraba y clicienclo en altos voces; si9anme a defender la patna. Agrcgáronselc multitud de partidarios, y dirij1éndose a la plaza se acercó a las puertas de la Real Audiencia en las que estaban los señores oidores temerosos y sorprendidos todavía del tumulto y estragos ocurridos, y h . aci é nd o le cario de haber concurrido con sus consejos a la c ? njurac1on de Figueroa, le mformaron estos brevemente de todo lo ocurrido segun arriba queda dicho, y le aseguraron haber dado parte de todo a la Junta; p ero Rosas n e g ó babor recibido la Junta dicho oficio hasta que nombrando }os señores . oidor es la persona con quien lo habían remilído, mani f estan ­ dole una copia que habían dejado para su res $ uardo, le persuadieron que n!) habría llegado a tiempo por la precip,tacion o circMstancias ocurridas. Esto no obstante, los maltrató y amenazó Rosas, dicién­ doles, que estahan malquistos y aborrecidos del pueblo, y qu e . sus vidas estaban poco se � uras. Estas palabras del vocal fueron seguidas de otras espresiones ultraJantcs, en quo prorrumpieron los de su comitiva contra los ministros del Tribunal, y hubo alguno que dijo; por qué no matan a balazos a esos pícaros? Desde aquí se encaminó Rosas al convento de Santo Domingo en busca del Comandan te de Figueroa, llevando a sus érdenes una compañía do caballería y otra de infantería: con la primera circuló todo el convento, y los soldados de la segunda entraron a rejistrar todo lo interior, lo cual ejecutado escrupulosamente en vano, se retira­ ban y a, cuando un muchacho les dió aviso ele que él sabia donde estaba el suJetO que buscaban: retrocedieron entonces, y guiados del denun­ ciante hallaron a Figueroa en el huertecillo de un padre oculto clcbajo de unas esteras. No hizo resistencia alguna, y conduciéndolo con suma algazara, lo pusieron en la cárcel públi c a cargándole de grillos y cadenas. El - voca l Rosas manifestó el gusto de su hallazgo gratificando al mucha"ho denunciante , con una grande hebilla de oro que se quitó del zapato, y no sé sí cumpliria la oferta que tenia hecha de 500 pesos al que prendiese a Figueroa. Al mismo tiempo que Rosas perseguia a Figueroa, otros varios insurjentes lo imitaron en acuadrillar jentcs, y formando sus patrullas, iban por las calles dirijiéndose al cuartel de San Pablo, a donde se babian re Ür(ldo los soldados de Figueroa: entre estos fueron los mas activos, D. Nicolas Matorras, comerciante, D. Martin Larrain, vecino y Patriarca d� la Re\".olucion, el fraile Camilo Enriqucz apóstol y secuaz de la doc,r1na de la independencia, que des p ues de haberla p ropagado y revolucio­ nado en Quito, se hallaba fujit1vo activando la de Chile. Estos nuevos jefes do guerrillas, ostentaban recomendar se mérito y su valor noticiosos y a lle q ue los sold a dos . de San Pablo sabiendo la p nsion ele su Comandante se habian fu g ado fuer.a de la ciudad, tomando el camino ele Valparaiso eon la mira de reunirse a los 300 hombres q ue de Penco habían llegado al Puerto destinados al socorro de Buenos-Aires y se decia hallarse cer­ canos de esta Ca p ital. Otros mas atrevidos , se destacaron p a r a · traer preso al Sr. ex-Presidente brigadier D. Francisco Antonio Carrasco, 'l "· e drs p reciado y abatido rcsiclia en casa de un honrado vecino, sita en..

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