Memoria histórica sobre la revolución de Chile : desde el cautiverio de Fernando VII, hasta 1814

86 MEJIORIA HISTÓRICA palabras? ¿El corazon está acorde con la boca? Re¡;pon<lan los hechos, y obstrúyanse las lenguas <le lo que hablan cosns i n í C Uil S . La Junta lomó su exordio destronando con intrigas, túmulos y violencias las auloridt1dcs lc­ jílimas constituidas por Fernando 7 . 0 ; la JunLa se abrogó la suprema au­ toridad, se apoderó <lel Erario público , impuso a . todo el Reino contribu­ ciones, levantó nuevos cuerpos <le tropas, con la falsa e cusa de su defe n ­ sa I y todo esto lo <lispone y ordena a n o m bre de Fernando 7 . 0 , y para conservarle estos d o mini os . Pero todo esto es poco. La Junta y sus auto­ res, desde su instalacion y aun ántes, forman estrecha e íntima alianza con Buenos Aires, comunican e indentifican su causa con aquel rebelde gobierno, apoyan y sostienen su infame rebelion, celebran y ap l a ud e n sus crueldades, y por último envían auxilio de tropas y armas des tinadas . a hacer la guerra a la España y a su Reí en ocasion que se halla ocupada y cuasi oprimida del tirano mas poderoso y astuto que ha conocido el uni­ verso..Tambien todo esto se cubre con el nombre de Fernando 7. 0 La Junta declara ahora eri el reservado anterior , que lós preparativos el.e ar­ m _ as, caudales y tropas se previenen para hacer la guerra al Virrei de Lm1a, que es d � cil' . ª la Espa _ ña y a su I_lei, ?e q uie � �ima es parLe unida por su fiel obediencia y su v1rre1, heróico vicario v i c _ eJe r e nt e y represen­ tante de Fernando 7. 0 La Junta de Chile desconoce y desobedece al su­ p r_ em o gobierno de España, a quien reconoció y juró con solemne y pú­ bhco _ j uramen t o si _ n prestarse a �ar cumplimiento a sus órdenes y p_rovi­ dencias. La Junta msulta a la nac10n española, a sus Reyes, a su gobierno c_on los execrnbles títulos de tiranos, usurpadores, desP,óticos, y otra mul­ titud de epítetos de esta especie, que constan auténttcnmente de los do­ cumentos verdaderos y orijinalcs espuestos �n los antecedentl)S. La Juñta per�igue y abomina a todos los fieles y amantes vasallos del Reí y . de la Namon con despojo de sus bienes, de sus empleos (ya que de .su honor- no · p�ede) y tiene declarada y eíectu3:da la "Uerra a Montevideo, depósito y asilo único de la virtud y lealtad de aquellas rebeldes provincias y a todos los que <lefienJen su misma causa, que son todos los verdaderos Españo­ les y sus aliados en las cuatro partes del munao: pero me contengo en el vuelo que había tomado la pluma, reflexionando que notará el lector de su­ pérfluas e inútiles dichas razones como · dirijirlas a probar lo que los hechos referidos hasta aqui han declarado con mas enérjica persuacion, y yo con­ vmiera en formar el mismo concepto , si solo se encaminaran a este fin. · Mas no es así. Probar que el sol alumbra y calienta, fuera un empeño ri­ dículo y vano, siendo tan notorio y conocido. La hipocresía, vicio uni­ versal al mismo tiempo que <lesconocido y solo en la apariencia aborrecido de los hombres, es el objeto peculiar de mi abominacion, y excita _ mi áni­ mo para manifestnrlo al público y pintarlo con los viles y dentgrativos co­ lores que lo caracterizan. ¿No es grosern necedad, que la Junt� de Chile u_�e del respetable nombre de Fernando 7. 0 para todas las providencias di­ l'IJidas a destruii· al mismo? ¿No es insufrible profanacion, no es imfame maledicencia llamar al Reí tirano, déspota, cruel, us�r pad o r , opresor, gobernante arbitrario, y otros semejantes sarcasmos y discursos? No es una necia y ridícula contradiccion estampar en un mismo escrito o docu­ mento, los términos, nuestro amado, adorado, deseado , idolatrado Fer- j

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