Memoria histórica sobre la revolución de Chile : desde el cautiverio de Fernando VII, hasta 1814

DB LA tlBVOLl!CJON DE CBILB, 71- )os más apetecidos y solicitados de los revolucionarios que acorlles en s , �r­ virse de la Relijion para engañar a los pueblos, han usado en todos los lµgares y tiempos de este principal arbitrio. A pénas. vieron entablado el nuevo Gobietno empezaron las ·innumerables pretonsi9nes de empleoH'; y era de ver la multitud de beneméritos que se presentaban alegando como se � icios a la Patria c _ uantos easos habían da _ do o daban enderezado � a su· ruma, Los mas atrevidos en mfamar al Gobierno Real , y a los anti�os l)mpleados; los que se m:inifes�aban mas � n � migos a la Es . paña, al Rei ; y les que afirmaban como mduhitable la perdida de la Ponmsula, eran te­ nidos por los mejores Patriotas, y mas apropósitos para ajentes y em­ p leados del nuevo Gobierno; hombres por lo regular de clase absurda e ignorante; pero necesarios para la ejecucion de los nuevos planes sub­ versivos, a los que ningun hombre de bien y verdadero patriotismo )? Odia ni <fil _ cría cooperar, bien que esta regla jeneral tuvo al gu nas escepciones clcsde los principios de .la Revolttcion, declarando al gu nos sojetos que po­ dian conservar fama de buena cond1lcta miéntras sus obligaciones no se ·opusieran a sus parti?ulares intereses_; ojalá no fueran tantos estos : ejem­ plares 1 · Desde este tiempo ya se (Jllitaron la máscara los proyectistas y directores del nuevo sistema, y uno _de los principales p apeles d e esta especie, D. Juan Egaña � bsequ�ó al _ nuevo Pre�idonte pre� entá.nd ? le una meniona o plan del Gobierno mtenor y esterior que tenia meditado y prevenido de antemano para este caso, en que propone las reformas que oeben hacerse y· detalla las medidas y leyes que deben rejir en adelante lisonjeando al Gobierno con tan altas facultades que apénas pueden coro..: petii: a un soberano monarca. Desde sus primeros párrafos aconseja se ile f ]are el come � cio libre, se estipulen tratados co� n � ciones estranjeras, se. impongan tributos, se establezcan leyes, se mstttuya un Congreso je�cral entre las provincias americanas; y en rcsúmen conoce al Reino de Chile como a una potencia indepcndiento. y soberana. El. t 5 <le octu­ bre llegó correo de Penco con la noticia de haberse recibido y jurado en aquella ciudad con Jeneral aplauso la Nueva Junta, y que su Intendente Bngadier D. Luis de Alava por sospechoso y -r ocos adicto al nuevo sistema despreciado, amenazado y perseguido,· se v1ó en la necesidad ae fugar: se embarcado para Lima, efujio que pudo conseguir a costa de ,10000 ps. deJl?sitados y eiiji_dos con titulo . d� residencia. No imitó este ej�mplo la c1údad de Coquunbo, que rec1b1ó con desaw-ado y repuguanc1a las órdenes de r � conocimieñto _de la Junta re?onvinie � do a esta con pro­ testa de fidelidad a la nac1on y a su Rei o Gobierno que lo repre-' sentase ; péro esta firme lealtad tuvo que rendirse luego a las cap­ ciosas providencias rle la Junta, que asegura no desviarse un punto ile estas mi¡;m¡¡s ideas de fidelidad, y ántes bien las realza y consolirla con su nueva instalacion. En las demas villas y lugares no hallaron dificultad los Diputados para el reconocimiento, pues con solo presentar las órdenes e instrucciones coloridas todas con el hipócrita y especioso titulo de mejor servicio a la relijion, Rei y Patria, no ocurría razon de repugnancia aun a jente sencilla y criada bajo estos principios. El 2t llegaron de Lima los expatriados D. Juan A. Ovalle y D. José A: · RojRs; el primero elijió quedarse en su hacienda Jlamada Pangue, y· el

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