Memoria histórica sobre la revolución de Chile : desde el cautiverio de Fernando VII, hasta 1814
MU0RU UISTÓRIC,\ b la Pdtria, no tanlo por los p rogresos del enemigo, cuanto por las com vul iones q ue inlcriormenle amenazaban. La p rovincia ele Cadiz nos acla ra e ·ta p rcsioo. En el ca p ítulo 4-. 0 <le su proclama dice, pero la Junta su p rema y a <lcsauLoriwda con bs dcsgraci,Js que hahian seguido a tod;is us o p eraciones, mal ohedecida, penlitla la confianza y llevan,lo consi g o el de aliento de su mala fortun::i, no tenia manó p ara ohrar, ni p ies para caminar; y al fin del mismo capítulo: El dis gusto ele los pueblos ya mani fiesto en vore y . en querellas, anunciab10 a la Junta el momento de su cesacion ioevilahle. De ningun modo estos datos son ca p aces <le intro<lu cirme a un concepto contrario a la con,lucta tic los SS. Vocales que la com p ooiao; la fama y voz pública no ronstilu y tn p lena prueba, ni aun semi p lena, en opinion ele algunos, p ero si es que sirve p . ira adminicular y coad y uva � cualesquiera otro aun cuand � se::i im p eríerta; � este pro p ósito. En el peligroso estado de la Nac1on ¿ cuan espuesta no esta a claudicar la fidelidad <le muchos españoles residentes en la Metrópoli? Dígalo el creci do número de ellos que ,:hjurando al Rei y a la Patria h:in reconocido por Soberano al intruso .losé Bonaparle ¡, p ero q uienes se numeran entre estos? Los que tenían m;r y or represcntacion y crédito en la Nacion; tales han sido Mazarredo, Oíarvil, Caballero, �farla , Asanza y otros? y que les im pelió a· tnn detestable Lraicion? únicamente el conce p to de que la España no podría resistir el poder de los franceses que, juzg:iron incontrastable: iuíc.uos hombres que quisieron preferir una vi<la de infamia y de o p robio, a la dulce muerte q ue se siente en defensa de la Patria, la que acaso p or tan viles hijos se vé en su ma y or parle sujeta a la cruel dominacion del iirano q ue ba conocido el mundo. Vuelvo a mi pro p ósito. ¿Si en los p� ioci pios de la revolucion en que la España estaba casi en toda su inte g ridad, clauJicó la le::illarl <le los Españoles m11s bien reputa<lns; q ué estr::iño seria que estando su mayor p,1rte conquistada, ado p tasen otros este ejem p lo aun que inícuo;y detestablc?Traigo esto a consideracion con10 un aJminículo que concurre a no hacer absolutamente inverosímil la voz p ública de a q uellos pueblos coJ)tra la suprema Junta Central; aunque no p or esto, re p ito, creo q ue el noble corazon de los SS. Vocales � uc la componían fueron ca p aces de ahrigar una sola idea de infidelidad a, Rei ni a la Patria; p Pro si i>::ista , para no asegurarse de lo coutr.irio, ,!educiendo de aquí q ue aun ,cuando hubiese tenido una rc p resent.:icion lcjítima ele la soberanía, como no habia todavía sincerado su conducta contra las imputaciones del p ueblo, mal p orlria depositar su autorid:id en el Su p remo consejo de Rcjcncia que :instaló. Mas la su p rem:i Junta Central trasmitió su autoridad <les p u cs · que ,e) p ueblo la habia amenazado y annnriúdolc el momento de su ccsacion ine vitable: de a q uí se iulicrc que la abdicaciot1 q ue hizo del su p remo mando, :no fué voluntaria, sino por mierlo o fuerza y esto basta p ara m,lucir nuli· da<l en a q uel acto, se g un derecho: co in c i r t c . a p robar esta violencia la vroclama q ue la mis111a Junta Central espidió impu g n:in<lo el sistema de rnjcncia, no l1;i llcg�<lo a mis manos; pero personas fi<ledign;is me han ase g urado ser efectiva. Pero aun permiliendo p or un instante q ue la Junta Central hubiese tcnilo una rc p rcscntacion le g al ( q ue ell::i misma cooJiesa no la tenia)'.; y aun buando lrnbicse si:lo libre y e p::rnLáoea la abdica cion que hizo de su autoridad �upre1na, nunca pudo transmitirla a otros.
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