Memoria histórica sobre la revolución de Chile : desde el cautiverio de Fernando VII, hasta 1814
OUORlA BISTÓBIC.A se¡;uridad pública y particular de los reos. Y en su virtud, despues de va• rios activos mov_im,entos ele la espresion de la voluota<l jcneral para eas ti- . g a r estos reos si fuesen delincuentes, se consiguió ron acuerdo ele la Real Audiencia se retuviesen en los castillos. U. Ya todo permanecía cuasi tranquilo: las partes hacino sus jestio nes: un ministro de lá Real Audiencia pasó a V ;il p araiso a tomar coníc siones, y po resultando de ellas gravedad , los destmó a las casas qoe ellos quisieron elejir, ínterin esperaban su restitucion. � 5. Insistió de nuevo el cabildrl en que se condujesen a la capital , e� rrió segura la opioion pública, que no contradecía el ministro co111isionado, tic que aquella sumaria noconteuia cosa de momento y todos estaban cier tos de que inmediatamente se manifestaría la . ah so lllta inocencia, pues los testigos se convidaban a desdecirse y manifestar su sorpresa e instiga· ciones con que fueron provoc¡¡dos a declarar. El r.nbildo aguardaba la con• testacion de sus súplicas y todo el pueblo contaba segurd la restitncion, ceando . el dia seis del presente mes salió el Teniente D. Manuel llúlnes, haciendo c.reer la voz públirn de que iba a traer a los reos, segun lo pe clldo por todo el vec1ndario. Fueron jeaerales las enhorabilen;is y regocijos domésticos. Pero el dia once ¡¡ las seis de la mañana, apJrcció un precipi tado correo particular que avisaha que los reos quedahan embarcados, para h¡¡cerse en el momento a la vela y que un soez marinero cómvlice y participante de la Pr , esa Escorpion gobernaba cien nombres a-postaclos por el Sr: ex-pretJidcnte, y <le quien se habia valido Búlr:es porque el Go berna do r <le aquella plaz¡¡ pedia fuese suscrita por el Real Acuerdo. rn. Inmediatamente p¡¡só a ver al Sr. ex-presidente el padre político del Dr Vera, relacionándole estas noticias, a t¡uien aseguró con el ma• yor · cn ri ño dicho señor que no creyese en voces y r¡ue consolase a su tierna y recien embarazada espos¡¡ porque luego lo veria en esta cap ital. Pasó lamhien la esposa de D. José Antonio Rojas a quien recibió con las mas lffectuosas demo:i.tracioncs, asegurándole lambieu que er.an falsas las no· l.icias que habían recibido. f'7. Pero cierto todo el pueblo <le la r � alid¡¡d del �echo se congregó eg. pontáneamente en las puertas Jel Cabildo donde Jtmto este les p rnp uso que se aquiet¡¡!lcn, que permitiesen c ¡ ue solo el Cabildo hablase al Sr. Prc si<lente -y le hiciese sus súplicas, parn lo cual pasaría el Alcalde de pri : roer voto con el Procurador jeneral de la ciudad a pedirle P-sta licencia; p asaron en efecto; y la contestacion del Sr. Presidente fué decirles -pri mero, que viniesen, y despues pre\'eair a la misma diputacion que se fuesen a sus casas. � 8. Una respuesta t¡¡n melancólica y desesperada, íué la que oyeron, sin embargo, con una quietud que hari, honor a los rhilrno , y en medio ,lo la mayor ajitacion ele e!-p írilu , so condujeron con la última moderacion, y unanimes hicieron lo que p revienen las le yes. Elevaron s u . recurso al Tribuual de a p elacion el q ue debe p rotojer al súb<}ito contra la opresion del q ue manda. Se p resent:rn a la lleal Audiencia; le es p onen su q ueja p or boca del Procurndor ele ciurlad; se <lei;taca un oidor a llamar al Pre sidente; des p ues de un rato vuelve con él, donde siendo reconve n i d o . p or es\e hecho, neg ó con s taa l em _ e nl c su órden y el embar q ue,· m�nifestandg
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