Memoria histórica sobre la revolución de Chile : desde el cautiverio de Fernando VII, hasta 1814

" " 182 l\lEMORIA DI TÓIU(¡A la <lemas provincms revolucionadas de América, tanto civiles, como mi­ litares, CU)'O cat:ilogo era fácil poner a la vista p a r a desengaño del Su­ premo Cobieroo de la Corle. Es necesario p ers uadir al Rei y a su Gobier­ no que no ha influido en la sublevacion de América la divulgada y especio­ sa cau a de ser desatendidos en los empleos los americanos, sino que el mal consiste y consistiría siempre que prosiga el mismo mal método en colocar y premiar tanto a los americanos como a los Europeos que t . i e nen mas poder y arle para presentarse en la Corte, o personalmente, o por medio de apoderados cargados de papelones y folletos al mismo tiempo que de dinero , y, como no hai cosa mas fácil ni comun que abultar y 6njir méritos y talrntos por medio de informes y recomendaciones, ni mas difícil que discernir los verdaJeros de los falsos en una distancia tan enorme, sucede que regularmente recaen las dignidades y gracias sobre los indig­ nos y malos. Esta es la ven.ladera causa del mal estado de América y esta la que nos ha puesto a la vista el desengañoen esta materia. En este Reino al tiempo de la revolucion obtenían la mayor y mejor parte de los empleos eclesiásticos y civiles los mismos hijos del país y parece natural que los agraciados fuesen los principales defensores de aquel Gobierno que los distinguió y premió con preferencia a sus conciudadanos; pero a pesar de esta rclleccion hemos visto que estos fueron los corifeos r antagonistas de la revolucion. ¿Y qué remedio a este mal? DiJe lo que me alcanzó libre­ mente animado del deseo del acierto y del bien de la Nacion y de estas Américas. Por principio indubitable el premio debe seguir al méri­ to y todo Gobierno está obligado a observarlo escrupulosamente. De este principio se infiere otro, y es, que el mérito no puede ser premiado sin ser ántes conocido: a este se sigue que para conocerlo es necesario servirse de reglas que mas seguramente guíen a este conocimiento. Estas reglas son notorias o deben serlo a los proveedores de empleos bajo la pena de ineptos y responsables males: pues bien, si esto es así, como serán buenas y seguras reglas para adquirir conocimiento del mérito de los sujetos unas relaciones hechas por los mismos pretendientes, apoyadas por otras personas o sin libertad p ara repugnar los informes que se les propo­ nen o sobornadas de mil m odos, o apa:iionadas por otros mil motivos, o en fin tan culpables como poco verídicas? Señor: todo pretendiente, sea sos­ pechoso de ambicion y por este vicio sea postergado y témase el engaño que regularmente va oculto cn,tre los artificios y sumisiones de esta clase de personas. El verdadero mérito siempre es circunspecto, cobarde para pretender, retirado, dosconocido aun p o r . el mismo poseedor enemigo de adulacion, de ambicion o de ostcntacion. De estos principios o verdades, se infiere que, las personas han de ser buscadas y elejidas para los em­ pleos por los que están obligados a proveerlo, y no , por el contrario, los sujetos han de buscar, elejir y pretender porque esto es trastornar y pervertir las reglas , del acierto. Los americanos se quejan verdaderamente de la mala distribucion de los premios, no de la falta , ni escasez de estos, pues en realidad estirn s,1tisfechos en esta parte con la evidencia tan no­ toria. Pero la evidencia diaria los tiene convencidos y descontentos viendo que solo son premiados y empleados los r¡ue tienen mas medios de presen­ tarse e n _ Espu ñ a en los términos y con las cu:ilidarles arriba espres:idas, j

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