Memoria histórica sobre la revolución de Chile : desde el cautiverio de Fernando VII, hasta 1814

,, .¡, t52 •••o•u BISTÓalCA toda claso de <l •sórdenes en la capital y en todas las pt·ovincias y · lu ga r es dol Reino, ejecutadas por los comisionados y empleados del . Go b ie rno , que oran infinitos con tanta juntas, como partidos, obrando lodos impu­ ne , aun contra los fines ele sus comisiones y facultades, y _ los mas sin noticia de lo que gobernaban, pues como lodo el furor se rlirijia contra los firles vasallos, y estos, sumarnente abatidos, carecian de valor y voz para quejarse, ni esperar h menor proteccion, sufrian en silencio lo que veian no tenor remedio. La persecucion como un caudaloso torrente en­ volvía en su curso arrebatado toda clase de j•�ntes. LC>s sacerdotes amarra­ dos de pies y manos eran contluci<lo a las cárceles y a varios puntos por infames manos, sin Il1as causa que clccir eran Sarracenos o anti-revolucio­ narios: los titulos, los :mti ¡, uos empleaJos, los militares de alta gradua­ cion y tambien muchos revoluciuuarios de los partidos opuestos, servían todos los dias ele objeto de compasion y lúgrimas a los buenos, y <le com­ placencia a los insurjenles. No podia olvidar el gobierno totalmente tanto desúr<len , pero adoptado el sistema popular se · veia obligado a co nd . esc en­ der con todo bajo la pena ele q11e congregánclose 20, o 30 atolondrados, se presentaban ante las puertas t.!el 1lespacho y empezaban a gritar: el Soberano pueblo picle la privaci•m o Jeslicrrn <le tal o tal clase de perso­ nas, escena que se representaba frecuentemente y sin que se pudiera evitar ni oponerse a cuanto peclian. En este privilcjio del pueblo decian se salvaba, y consistía el goce de la lil.Jertad, supuesto que en él resirlia la soberanía, y por consiguiente la voluntad del pueblo era irresistible y ab­ soluta en todas materias. En . la pu!Jlicacion de to,la clase <le escritos co­ rresponclia esta misma libertad, y eran tan insultantes y sediciosos los que diariamente se ,\aban en las Auroras, que a ve r g onzado el mismo go­ bierno quiso (aunque nunca se vió enmienda) poner algun remedio a esLo esceso, segµn consta del oficio siguiente. ÁURORA. N.o 36, Santia g o, t 2 de Octul1re de t 812. Debiendo conciliarse el libre ejercicio do las facultades del hombre.•.• Si en el p�ehlo residiera la salúluria, el buen ju ic i o ' y la virtud, desde ' luego dehiamos defender que la voluntad y li be r ta ,! de esta era la regla clel aciel'lo, pero ¿,quién ianora que el número <le lJs necios es el infinito, Y que estos son .!ominados ele las pasiones viciC>sas mas execrables, injustas y perversas? To,fos las asambleas y juntas populares que por esle)iempo se reunían en esta Capital y en los diferentes partirlos y Villas de Chile se componian de la jente mas soez y viciosa de ,!ichos lugares, y aunr¡ue es preciso confes;ir que no follaban persouas pertenecientes a mas altas cJ;i­ ses, pero este mismo heclrn es la dcmostracion mas clara ele lo dicho, pues ahi se veian los inuividuos mas relaja,los del estado eclesiástico, los nobles de conducta, mas escanelalC>sa, y lC>s letrados libertinos y vem1les, que siempre fueron tenidos por indignos de pertenecer a tales estados. Ningun hombre de honor, padre ,)e familia arreglado, eclesiástico dti conduela , ni comercii1nte de mediano crédito, se p resentaba entre t _ a n

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