De la dietista al nutricionista: 50 años de una profesión

90 DEUA soro ALVAREZ implica: descontento, sentimiento de vacío o nece– sidad, la decisión de modificar y una dedicación consciente al proceso de crecimiento. Me pregunté en 1971, al asumir las funciones de la Dirección ¿Los profesionales de la Escuela están preparados para el cambio? Hasta hoy asevero que lamentablemente en su mayoría no lo estaban; sólo ejercían la docencia. Para ser académicos faltaba mucho, no era suficiente, esta empresa Universidad requería y aún sostengo que necesitaba el concepto y manejo de universalidad. ,La disposición y participación habitual e incon– dicional del personal administrativo reedificaron activamente el progreso y prorrogativas de la evolución de la profesión, manteniendo siempre una camaradería que ha sido reconocida y ha continuado creciendo. El privilegio de la juventud con su capacidad de esperanza y facultad de entrega, permitió un rol significativo de los alumnos de esa época, pro– mociones de los años 1971 a 1974, aceptando ser los reales agentes de cambio. Los sucesos políticos del país de 1973, pro– vocaron en el acervo universitario inquietud, desasosiego y por qué no decirlo la falta de poder personal y de las unidades académicas, resintió valores, traduciéndose en exilio académico volun– tario, búsqueda de nuevos horizontes, ciclos que fueron sucediendo paulatinamente. Los postulados y principios fueron secundarios para algunos académicos.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=