De la dietista al nutricionista: 50 años de una profesión

36 ruuo SANTA MARIA s.c. cionaban las cocinas hospitalarias, dándoseme oponunidad para conocerlas de Arica a Magallanes. Guiado constantemente por los Drs. del Río y Laval, llegué a apreciar que para asegurar una dieta 8:(ie– cuada había que principiar con una también adecuada compra, almacenamiento y preparación de los alimentos, aspectos que no figuraban en el curriculum de la Escuela de Medicina. Y tampoco figuraban mucho esos aspectos ad– ministrativos en el-manejo de las cocinas visitadas . Recuerdo que en una de ellas al preguntar a la Madre por el Libro de Bodega, me contestó con sincera ingenuidad: "lo suprimí porque a fm de mes siempre me salía distinto que lo que había en los estantes,,. Por lo demás, igualmente desprejuiciados eran algunos de esos Bueno~Caballeros que dirigían benévolamente los hospitales; al manifestarle a unos de ellos mi asombro porque podía alimentar a sus atendidos a sólo 80 centavos (*) por ración al día, me contestó: "es que si me falta algo, no me faltan amigos del Oub de la Unión que me regalen hasta espárragos". Don Alejandro estaba consciente en que podría llegar a faltar este tipo de amigos y su meta era llegar a establecer eficientes Servicios de Alimen– tación, dirigidos por personal adiestrado para ello. Ya había hecho que se reforzara la enseñanza en alimentación práctica en 1~ Escuela de Enfermeras, (• ) Dejó a un Economista escrupuloso el traducir esos $ 0,80/1935 a su equivalente en esa en~lequia que se llama moneda constan~.

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