De la dietista al nutricionista: 50 años de una profesión
EL PERIODO DE ORO DE LA ... 117 fue casualidad que nombres como Sonia Olivares, Betty Avila y Teresa Boj, aparezcan de nuevo. Tampoco que muchos profesionales como Ana Calfa, Kitty Mánquez, Edith Biolley y otros de escuelas de provincia hayan vuelto a ser discípulos amigos, ahí en el post-grado. Esta es una cadena que no tiene visos de terminar. Más aún en el desarrollo de sus tesis de grado muchos nutricionistas han hecho contribuciones originales a nuevas áreas de investigación, que han elevado la calificación de la profesión, obteniendo el reconocimiento de diferentes latitudes; se han incor– porado como docentes de estos programas de post– grado y participado en congresos y reuniones internacionales (Río de Janeiro, Brighton, Washing– ton, Guatemala, Caracas, Viña del Mar, etc). Es un orgullo destacar que al cumplir 60 años de edad, se me obsequió una placa de plata con el nombre de 10 profesionales (6 nutricionistas), que mientras pertenecían a mi grupo del INT A, obtuvieron su Grado de Magíster. El hilo invisible persiste y se expresa de muchas maneras, y uno no sabe cuando ni como se expresará. Finalmente, el INTA ha ofrecido perfec– cionamiento internacional, accesible a nutricionistas, en diferentes áreas de punta como Políticas de Alimentación, Sistemas de Vigilancia Alimentaria y Nutricional, con apoyo de instituciones de Naciones Unidas y otras universidades. Por cierto, entre los docentes de estos cursos hay destacadas nutricio– nistas chilenas.
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