Iniciativa Latinoamericana para el avance de los Derechos Humanos de las Mujeres II - page 64

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las zonas emisoras a cargo de la reproducción y mantenimiento de los hogares,
de las trabajadoras en los sectores más desventajosos del mercado de trabajo que
pasan a ser extranjeras e inmigrantes en los países de recepción y de las mujeres
que sostienen sus hogares gracias a la mano de obra extranjera. Sin embargo,
resaltaría el hecho de que las políticas neoliberales producen y se sostienen en
las migraciones de las mujeres, ya que se benefician de su trabajo no pagado (el
trabajo denominado reproductivo) y de la plusvalía de su trabajo en los sectores
infrapagados y desprestigiados o en los intersticios de la economía, donde ni
siquiera sus actividades económicas son consideradas trabajo, como ocurre con
el mercado del sexo. El impacto en la ciudadanía de las mujeres latinoamericanas,
por tanto, es doble: las que se quedan suelen ver aumentadas sus cargas de trabajo
doméstico y de cuidados y las que se van se convierten en ciudadanas de segunda
o tercera categoría, debido a que el ejercicio de sus derechos dependerá de su
estatus jurídico como inmigrante y del sector de la economía en el que se inserte,
siendo el servicio doméstico y el trabajo sexual, las escasas opciones disponibles
para la población no nacional.
ER:
El tema del desplazamiento de indígenas a centros urbanos es una realidad
latente en Colombia. Según el censo del 2005, los indígenas urbanos representan
ya el 21.5% del total de la población indígena. Esto representa un cambio profundo
en los patrones de asentamiento indígena del país. Esta situación exige retos y
acciones por parte del movimiento indígena colombiano, y responsabilidades y
actuaciones por parte del Gobierno. Las organizaciones indígenas pretenden negar
este fenómeno y consideran que los indígenas que se desplazan, ya sean desplazados
por el conflicto interno, por la situación socioeconómica o por las razones que sean,
no son indígenas, ya que los indígenas se definen por su territorio. La evidencia
demuestra que, al igual que en otros países latinoamericanos, los indígenas tienden
a urbanizarse, y que las mujeres indígenas, a pesar de las duras condiciones a
las que se enfrentan, en muchos casos prefieren quedarse en las ciudades. El
movimiento indígena no debería negar esta realidad y, por el contrario, debería
desarrollar políticas que promocionen la organización de los indígenas urbanos y
el acceso a la educación en su propia lengua y que garanticen especialmente la
formación de las mujeres indígenas de modo que conozcan sus derechos y puedan
reclamarlos, así como el desarrollo de estrategias para la conservación de su cultura
en el nuevo contexto.
MM:
Los procesos migratorios actuales efectivamente están vulnerando muchos
de los derechos de las mujeres en diferentes partes del mundo. En el caso de las
migraciones internacionales, una primera cuestión tiene que ver con la propia
violencia que ejercen los Estados en el campo legal, impidiendo los derechos
de ciudadanía de las mujeres -y hombres- migrantes. Las mujeres inmigrantes
actualmente se encuentran en una situación de “inclusión perversa: están incluidas
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