Derechos humanos y mujeres: teoría y práctica

restringiendo el sexo a una connotación biológica, y dándole al género connotaciones psicológicas o culturales. En este sentido, afirma que si los términos apropiados para el sexo son macho y hembra, los términos para el género son masculino y femenino. Estos últimos pueden ser independientes del sexo (biológico). El género, así, resulta ser la cantidad de masculinidad o feminidad presente en una persona. 102 Esta distinción inaugura un nuevo camino para las reflexiones respecto de la constitución de las identidades de hombres y mujeres. 103 En 1972, Ann Oakley introduce por primera vez el término “género” en el discurso de las ciencias sociales, en su famoso tratado Sexo, Género y Sociedad . A partir de entonces, la distinción entre sexo y género fue utilizada por las feministas como una categoría válida para explicar la subordinación de las mujeres como una construcción social, no justificada en la biología. 104 En el campo de la antropología, la introducción del género será consecuencia del cuestionamientodel sesgoandrocéntricode las descripciones etnográficas de los roles sexuales, esto es, aquellos que marcan “la diferente participación de los hombres y las mujeres en las instituciones sociales, económicas, políticas y religiosas [y que] incluyen las actitudes, valores y expectativas que una sociedad dada conceptualiza como femeninos o masculinos” 105 . Las explicaciones antropológicas sobre la diferencia de los sexos han estado marcadas por el debate “naturaleza/ cultura”, referido a la cuestión de lo innato o adquirido del comportamiento humano, cuya pregunta central es: ¿hay o no una relación entre la diferencia biológica y la diferencia sociocultural? Y en consecuencia, ¿los roles sexuales son construcciones culturales? ¿por qué siempre las mujeres están excluidas del poder público y relegadas al ámbito doméstico? En otras palabras, ¿por qué la diferencia sexual implica desigualdad social? 106 Como acertadamente apunta la antropóloga Marta Lamas, “Que la diferencia biológica, cualquiera que esta sea (anatómica, bioquímica, etc.) se interprete culturalmente como una diferencia sustantiva que marcará el destino de las personas, con una moral diferenciada para unos y para otras, es el problema político que subyace a toda la discusión académica sobre las diferencias entre hombres y mujeres” 107 . A partir de finales de los sesenta, las antropólogas feministas participaron en una nueva discusión en torno a la relación naturaleza/cultura y el origen biológico o social de la opresión de las mujeres. En una primera etapa, los esfuerzos apuntaron a averiguar si en otras culturas y sociedades las mujeres ocupaban también una posición subordinada en relación con los hombres, lo que llevó a constatar que el estatus de las mujeres variaba entre una cultura y otra, pero siempre con una constante: la subordinación política de las mujeres como grupo a los hombres. La explicación de esa subordinación se justificaba en general, sobre la diferencia biológica entre los sexos y su expresión máxima: la maternidad. De allí la relevancia del concepto de género, que sacaba el debate sobre las diferencias entre hombres y mujeres fuera del terreno biológico, para radicarlo en lo social, que contrariamente a lo biológico, era transformable. Descartando la hipótesis de la diferencia biológica como explicación de la subordinación de las mujeres, se hacía necesario buscar una explicación alternativa para dicha subordinación. Así, la antropología explica que la posición de las mujeres varía de cultura en cultura, manteniéndose 102 STOLLER (1984, pp. 8-9; traducción libre). 103 MONTECINO (1997, p. 16) 104 FACIO y FRIES (1999, p. 32). 105 LAMAS (1986, p. 174). 106 Ibíd., pp. 177-178. 107 Ibíd., p. 178. 59 Derechos Humanos y Mujeres: Teoría y Práctica Feminismos, Género y Derecho

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