Derechos humanos y mujeres: teoría y práctica

(patriarcales) que delimitan el temperamento, el rol y el estatus de cada sexo: el temperamento (componente psicológico) envuelve la formación de la personalidad humana de acuerdo con modelos estereotipados de categoría sexual, basados en las necesidades y valores del grupo dominante y dictadas por lo que sus miembros valoran en sí mismos y consideran conveniente que exista en sus subordinados; los roles sexuales (componente sociológico) decretan un elaborado código de conducta, modales y actitudes para cada sexo. El limitado rol adjudicado a las mujeres tiende a confinarlas al nivel de la experiencia biológica. Por último, el estatus (componente político) es una consecuencia de la asignación de roles sexuales. La aprobación generalizada del prejuicio de la superioridad masculina asegura un estatus social superior al hombre e inferior a la mujer. 65 El patriarcado es ampliamente estudiado y teorizado en el periodo posterior a la obra de Millet. En 1988 aparece otro texto clásico del feminismo radical: El contrato sexual , de Carole Pateman. Desde el campo de la filosofía política, Pateman “critica el perfil de género de las teorías del contrato social, presentando este último como un pacto patriarcal por el que los varones generan vida política a la vez que pactan los términos de su control sobre las mujeres” 66 : “El contrato originario es un pacto sexual-social, pero la historia del contrato sexual ha sido reprimida. […] La historia del contrato sexual es también una historia de la génesis del derecho político y explica por qué es legítimo el ejercicio del derecho –pero esta historia es una historia sobre el derecho político como derecho patriarcal o derecho sexual, el poder que los varones ejercen sobre las mujeres. La desaparecida mitad de la historia señala cómo se establece una forma específicamente moderna de patriarcado. La nueva sociedad civil creada a través de un contrato originario es un orden social patriarcal. […] El pacto originario es tanto un pacto sexual como un contrato social, es sexual en el sentido de que es patriarcal –es decir, el contrato establece un orden de acceso de los varones al cuerpo de las mujeres. El contrato original crea lo que denominaré, siguiendo a Adrienne Rich, “la ley del derecho sexual masculino”. El contrato está lejos de oponerse al patriarcado; el contrato es el medio a través del cual el patriarcado moderno se constituye” 67 . En el ámbito político, durante la década de los ochenta se produce, nuevamente, un fenómeno de resistencia ante las conquistas legales y sociales que habían conseguido las mujeres en las últimas décadas: “Del mismo modo que a la obtención de las conquistas sufragistas le siguió la mística de la feminidad, los ochenta vieron aparecer una formación conservadora reactiva que intentó volver a poner las cosas en su lugar a fin de deflactar las vías abiertas por los nuevos espacios legales. Se produjo durante la vigencia del conservadurismo Reagan-Thatcher. Ha sido perfecta y admirablemente descrita por S. Faludi en su libro Reacción . De nuevo la maniobra fue orquestada en sinergia por los poderes públicos, la industria de los medios y la moda y la red asociativa conservadora de la sociedad civil. Sin embargo, tuvo mucha menos capacidad que su predecesora. Por una parte el panorama internacional no era homogéneo y por otra el feminismo en los ochenta se estaba transformando en una masa de acciones individuales no dirigidas. Mientras que en algunos países se intentó suprimir o reconstruir a los organismos de igualdad a fin de que contribuyeran a positivar un modelo femenino conservador, en otros, por su distinto signo político, el pequeño feminismo presente en los poderes públicos reclamó la visibilidad mediante el sistema de cuotas y la paridad por medio de la discriminación positiva. 65 Ibíd., p. 26 (traducción libre). 66 AMORÓS (2000, p. 100). 67 PATEMAN (1995, pp. 9-11). 48 Derechos Humanos y Mujeres: Teoría y Práctica

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