El niño abandonado en Chile: la herencia del régimen militar

S4 OSVALDO TORRES G. nadie, todos se escondían. Después me encontró mi mejor amigo y, cuando supo loqueme habían hecho,pescó un palopa'ir a pegarte al otro, pero yo le dije que no, que yo no más iba a arreglar la cosa...". "Al tiempo después, agarró confinnz.a, comen~ a conocer a la genteyahí lecobrémipartealolro. Si no lohubierahcchomehabrían agarradopa'lleseo. Asíqueun día lovi y ledije: •Ah, loco, ven p' acá. tú la otra vezmepegaste...' ,ydeahínadiemásmefaltóalrespero, me puse a estudiar iranquilo.••Claroque cuan4o me molestaban poníael comboaltiro. Porque as( era el ambiente allá, ahínadie tedecíaa uno •oye, estudia, tcnís que estudiar'. Ahí nadie le manda a uno, si uno quiere no hace nada de repente". "Coo.ndo se llegaal CERECO, lo primero es pasarpor la unidadde encierro. Cuando amí metocó, eso erapor unmes;ahoracreo que son tres meses. Ahí la rutina de uno es encierro • escuela -·encierro - rancho (comidn) - encierro. Adentro no se hace nada, aparte de ver tele; no hay mesas de pimpon, ni bibliOleca, nada Así que ahí rodos pagan el patO, tos buenos y los malos (porque hay cabros súper buenos). Caro, eslá en uno tirar pa'arriba, pero es que uno solo no puede, necesitamos apoyo. Pero allá es al contrario; de repente uno tiene que estar luchandocontra los tros, que son súperdesconfiados, contra el aburrimiento y conlrn los cabros niás encima." "El abunimicnto es harto pa 'unoquecslá acostt.mbradoa la calle. Los tíos no nos dejan hacer partidos porque dicen que no vamos a jugar. Uno les promete que no, pero igual no nos dan permiso. No tenemos ni una pelota pa'chutear. De repente un tío más paleteado traecabros pa 'un partido (porque a él se leocurrió no más) y aparece un tío anticuado y no los deja enlrnrporque "el Directorno dijo que entrnn" y él. sabiendo que nosocros csuunos lo más aburridos y muertos de ganasdejugara la pelota...Son gallo$ cerradosdemente". "Allá el frío es terrible, posamos congelados. En invierno nos daban dos f w.adas para cada uno. Yo, por suerte y porque era pillo, llevé frazadas de mi casa y hasla unos sacos paperos que lavé bien lavados y me los coloqu~. Dormía calicntito, pero mis compalleros pasaban frío. Además, la ropa era remala, los cabros andaban todos

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