CIENTOCINCUENTA AÑOS DE POLínCA EXTERIOR CHILENA
den a veces y reaparecen con míliyor fuerza una vez superadas las
crisis internas y externas del país. Nuevamente, un auténtico naciona–
lismo
universali~ta,
jtunto al amerÍCalThÍsmo, legalismo y búsqueda, de
una ¡autonomía se ulbkan como el Norte de la política exterior chi–
lena. 'tEI jiusto medio constante' en la materiaHzación de estas creen–
cias
y
tradicipnes aparece como la mejor norma de conducta, en el
plano ,regional
y
mUllldial.
El justo
Medio
ICoT/,lStante.
La conciliaóón del ,mden y libertad; la armonización de la seguridad
nacional con la democracia, son las bases más sólidas de una política
exterior exÍ!tosa
y
legítima ante la opinión pública naóonal y mun–
dial. La tarea es difícil, pero ése es
el
desafío histórico del regreso a
la democracia chilena
y
a su nueva institucionalidad. La sincroniza–
ción de esta dinámica de ¡reunificación ·lliaciolllal
y
de reinsersi6Ill en
el mundo con una estrategia global de política interna
y
externa, es
la esperanza que ofrece más perspectiiVas para lJas relaciones interna–
cionales de Chile hacia el siglo
XXE.
tEn este sentido, los 150 años de políticaexte;rior chilena demues–
tran que el tiempo político no se detiene. Las tradiciones nacionales
y contirnu:idades hilStóricas sOibresalen más que las rupturas, en nuestra
evolución política internacional. El 'justo medio constante' entre tra–
dición e innovación se ha logrado incluso en momentos de mayor
desconcierto mundial y regional
y
no existen razones para que Chile
deje de implementar una diplomacia legítima
y
eficiente en el futuro.
Retornar
y
Vlalorar en su justa medida
la
tradición diplomáJtica no
es continuismo ni falta de innovación. Por el contrario, es la única
forma de hacer una diplomacia globalista, eficiente
y
realista. Creer
que
:La
historia poHtica y diplomática comenzó ayer o termina ma–
ñana, además de cegarnos de soberbia nos deJaría al
marg~n
de una
valiosa experiencia que es parte de nuestra idiosincrasia.
El dUerna
de
los polos extremos.
Caer en la trampa del inmovilismo político en lo in terno
y
externo
no haría otra cosa
Iq¡tle
congelar o !hacer retroceder los avances en la
pos~ción
internacional de Chile. ¡La sumisión y el Vtasallaje, el caos
y el desorden, tampoco serían acepta'b1es para .nuestra tradición de
independencia
y
S'OIberania que fluye del devenir histórico nacional.