Alexander Sutulov
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EVOLUCIÓN DE LA POLíTICA
NACIONAL
DEL
COBRE...
Por lo demás, por su tamaño físico y baja desarroUo tecnológico
y
económico, Chile jamás ha tenido capacidad física de consumir una
pane significativa del cobre que producía y, por lo tanto, casi la
totalidad -un
97%,-
de la producción, sistemá,ticamente se
desti~
nalban a la expoil'tación.
Este !hecho también ha tenido sus profundas consei;uencias en la
conciencia nacional: el chileno, por lo común, ha sabido muy poco
de cobre, porque ha tenido muy escaso contacto con
él.
Cobre se
producía , por 10' general, en zonas desérticas y aisladas, por una in–
significante ;proporción de población (unos 40.000 trabajadores
dentro de una fuerza total de trabajo de
3.500.000'
-vale decir, algo
más de 1
%
y desde las minas se embarcaban directamente al exterior
por los puertos más lejanos. Sólo en las últimas décadas y gracias a
la chilenización y nacionalización de las industrias y amplia difu–
sión de la problemática cuprera, el ohHeno medio ha adquirido co–
nocimientos sobre la riqueza
bá~ica
del país.
LA REVOLUC10N INDUSTRIAL y LA INDEPENDENCIA
Ahora, y en forma cronológ;ica, nos referiremos 'a un fenómeno fun–
damental que ha tenido un impacto directo e incalculable so,bre
nuestro de.!larroIlo y el desarrollo de nuestro cobre: Nos referiremos
a la Revúiludón I1hdustrial.
El fenómeno comenzó en
1796
en !lnglatel1ra con el descubrimien–
to de la máquina de vapor, por James Watt. lSi bien es cierto, que la
primera máquina no era algo completamente nuevo ni extraordi–
nario para la época, no es menos cierto que este descubrimiento
ha
desatado lUna serie de otros descubrimientos, que con el tiempo han
cambiado al ihombre y su destino.
Dentro de pocas décadas. l,a, Revolución Industrial ha multÍlpJi–
cado tanto la .fuerza del homhre y de sus máquinas, que le han
permitido hazañas jamás antes soñadas. Crece no sólo el músculo
de nuestlia CÍlvilización, sino también la diversidad de materiales y
bienes, que el hombre es capaz de producir. Esto lleva al descubri–
miento de nuevas formas de energ!Ía y su transmisión: energía eléc–
trica,
petról~o
y máquina de combustión interna, finalmente la
turbina y la energía nuclear. El hombre empieza a dominar el
espacio' en forma j,arrtás vista antes, extiende sus comunicaciones,
acelera su movimiento hasta llegar del simple teléfono y telégrafo
a la radio y televiSión; de la locomotora y barco de vapor a gigan–
tes naJves oceánicas y e9paciales, aviones, coihetes, etc.