Oriente medio : una eterna encrucijada - page 202

Gilberto Aranda y Luis Palma
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acuerdo con Siria, evitando de este modo, comprometerse con el proceso
de paz que se enmarcaba dentro de los Acuerdos de Oslo. «Optó por un
acuerdo palestino solo después de haber agotado la posibilidad de llegar a
un arreglo a través de negociaciones secretas con Hafez al-Assad. Tam-
bién él se comprometió entonces con la teoría de la cápsula, que en esen-
cia reflejaba una desgana de tratar con los palestinos y una falta de fe en
las posibilidades de llegar a un arreglo viable con ellos»
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.
Los esfuerzos de paz continúan
A pesar de los acuerdos alcanzados, la situación no mejoró y las rela-
ciones entre AP y las autoridades israelíes volvieron empantanarse. En
noviembre de 1998, Netanyahu manifestó que si una tercera fase del re-
pliegue debiera llevarse a cabo, esta no podría comprender un área mayor
del un 1% en la Cisjordania. De inmediato Arafat respondió señalando,
que ante tal declaración, su decisión sería declarar el Estado palestino el 4
de mayo de 1999 –fecha que se había estipulado en los Acuerdos de Oslo–
y aceptar solo un Estado independiente con capital Jerusalén. Al respecto,
en un congreso de al-Fatah, Yasser Arafat expresó: «exhibiremos nuestras
armas… y oraremos en Jerusalén». En diciembre, el canciller israelí infor-
mó a la secretaria de Estado Albright que la segunda retirada israelí,
programada para el 18 de diciembre estaba suspendida por las flagrantes
violaciones palestinas a los acuerdos y por incitar a una nueva Intifada.
En diciembre, el presidente Bill Clinton visitó Gaza para inaugurar el
aeropuerto internacional de esa ciudad y también para dirigirse a una
asamblea del Congreso Nacional Palestino, en una actitud de respaldo a
la decisión de eliminar las cláusulas contra Israel que figuraban en la
Carta Nacional Palestina. El presidente Clinton en sus declaraciones en
Gaza se refirió a la situación de los palestinos como una «historia de
desposeimiento y dispersión».
A comienzos de 1999, Arafat denunció al gobierno de Netanyahu de
no dejar en libertad a los prisioneros palestinos que se había pactado en
los acuerdos y, al mismo tiempo, grupos islamistas ejercían presión en la
AP por mantener todavía a varios de sus miembros bajo custodia. Una
huelga de hambre sostenida por los detenidos islamistas, generó a comien-
zos de la primavera boreal fuertes enfrentamientos entre las fuerzas policiales
de la AP y los grupos islamistas que demandaban la libertad de sus cama-
radas. La difícil relación que Arafat sostenía con los líderes de Hamas y
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Ben-Ami, Shlomo,
op. cit.
, p. 267.
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