La Biblioteca del Instituto Nacional y de la Universidad de Chile

E n 1879 fue promulgada la ley orgánica de educación y la Universidad de Chile fue facultada para definir el canon de libros obligatorios para la educación pública y privada. El Instituto distribuía los libros que las escuelas del Estado requerían a lo largo de todo el país. El libro, la educación y las instituciones asociadas a ellas conforman la matriz de institucionalidad cultural del siglo XIX, pero ella parece establecer otra matriz y es la de la fragilidad de una institucionalidad frente a las crisis políticas. Fuertes conflictos tanto internos y externos como la Guerra del Pacífico y la Guerra Civil de 1891 cierran el siglo, en el cual la triada fundacional libros, educación e impresos tiene un dramático auge y caída. La Universidad de Chile propicia la construcción de un edificio propio para la biblioteca, es 1883, iniciativa que se transformó en un proyecto común para ambas instituciones y las que no se es- catimó en gastos aun con vientos de guerra. El abogado Manuel Amunátegui, quien fuera alumno del Instituto Nacional, llegó al rectorado en 1880, negoció la adquisición del antiguo templo de San Diego, por dieciocho mil pesos, para trasladar hasta allí los innumerables textos que componían la biblioteca. El inventario que se realizó el año 1883, dio un total de unos 9.800 volúmenes 52 . El gobierno adquirió para este fin la Iglesia de San Diego, fundada en el siglo XVIII, la cual se encontraba contigua al Palacio Universitario. Los trabajos de remodelación de la iglesia estuvieron a cargo deVíctor Henri Villeneu- ve. La creación de esta biblioteca requirió la compra de mobiliario específico y de buena calidad. Las estanterías y demás trabajos de carpintería fueron encargados a Tadeo Vargas y costaron 9850 pesos. El Estado adoquinó la calle que en ese minuto, ya se llamaba Arturo Prat, invirtiendo la suma de 1531 pesos. Se le concedió al bibliotecario la suma de tres mil pesos para la adquisición de muebles útiles de diversos tipos. Las lámparas costaron 346 pesos y fueron compradas a la SociedadYenkisn & compañía. Por concepto de sillas fijas y giratorias que aún se conservan, el Estado pagó 5569 pesos a la compañía de los señores Munzard &Hermanos. El mobiliario de la biblioteca (entiéndase, las mesas, los lavatorios, las botellas, etc) costaron 438 pesos. El traslado de los libros costó mil pesos. Se instalaron tragaluces, vigas, con el objeto de cuidar prolijamente la elegancia del lugar. Los muros del salón de lectura ha- brían sido decorados con las conocidas pinturas de Pedro Lira sobre el descubrimiento y fundación de Santiago.Todos los costos los asumió el Ministerio de Instrucción Pública. 52. Gaceta Ministerial de Santiago de Chile, Nº 21, p. 43. 45

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