Las relaciones entre América Latina, Estados Unidos y Europa Occidental
Alberto van Klaveren / LA CRISIS DE LA HEGEMO~'IA NORTEAMERICA~A de influencia en determinadas comunidades' políticas nacionales 33 , en el sentido que esta acepción sólo toma en cuenta aquello que es decidido y no, en cambio, los acuerdos en torno a objetivos centrales que, en términos generales y dada la actual constelación de fuerzas políticas y económicas predominantes en gran parte del continente, simplemente no requieren de decisión. Este fenómeno de desconcentración a nivel de las relaciones entre Amé– rica Latina y Estados Unidos implica lógicamente una diversificación de las vinculaciones externas de la región, cosa que ya está sucediendo en algunos de los ámbitos que hemos descrito. A la larga, y siempre que la diversificación se vaya extendiendo en el futuro hacia otros dominios, estas tendencias pueden reducir la asimetría que caracteriza a las rela– ciones actuales de América Latina con los Estados Unidos, en términos de flujos comerciales, inversiones, corr'ientes financieras, abastecimiento militar, etc. Cabe preguntarse cuáles son los límites de esta reducción pero, en sí, este hecho relativamente nuevo parece positivo para la región y no se ve razón alguna para plantear dudas sobre la conveniencia de seguir este curso. Sin embargo, debe quedar en claro que este fenómeno, sin per– juicio de todos los ribetes favorables que pueda tener, no implica necesa– riamente una reducción de la dependencia estructural latinoamericana, por lo menos en el sentido que le han asignado a este término muchos cien– tistas·sociales de la región. Ciertamente no es éste el lugar para describir el enfoque de la dependen– cia 34 , ni para hacer un paralelo entre esta perspectiva y otras que en 33 Véase Robert A. Dahl, Who Goveros? Democracy and Power in an American City (New York/London: Yale University Press, 1969) y, del mismo autor, Polyarchy. Participation and Opposition (New York/London: Yale University Press, 1971). A partir de un estudio del proceso de toma de decisiones en diversas comunidades, el autor citado. concluye que la in· f1uencia política en las sociedades capitalistas avanzadas está distribuida entre una serie de élites sectoriales que compiten entre si a través de un modelo de participación relativa– mente plura.Jista. Este modelo ha sido cuestionado por autores como Peter Bachrach y Morton S. Baratz, que en un artículo pionero intitulado "Two Faces of Power", publicado en el Ame– rican Political Science Review 56, N° 4, December 1962, pp. 947-952, y en un libro posterior, Power and Poverty, Theory and Prac/ice (Oxford: University Press, 1970), señalaron que cualquier análisis de los patrones de distribución de influencia en la comunidad no sólo debía tomar en cuenta aquellos asuntos que se deCiden (visión unidimensional), sino que también aquello que simplemente río entraba al proceso de toma de decisiones debido a fenómenos tales como la "movilización del prejuicio" a nivel global y, en general, la ignorancia o falta de. atención casi automática hacia las demandas de los grupos sociales marginados de sus respectivas sociedades (visión bidimensional). Finalmente, el polítólogo Steven Lukes, en Power, A Radical View (London: The Macmillan Press,- 1977), es partidario de utilizar una visión tridimensional del poder que tome en cuenta, no sólo las decisiones (Dahl) y las no– decisiones (Bachrach y Baratz), sino que además los conflictos e intereses objetivos o laten– tes de los miembros de la sociedad, es decir, las contradicciones entre los intereses de aquellos que ejercen el poder y los verdaderos intereses de aquellos que excluyen. 3TTampoco podríamos incluir en este arlículo una bibliografía que hiciera justicia a todos los autores que han contribuido a desarrollar este enfoque. Por esta razón, recurrimos al fácil expediente de remitir al lector a las numerosas y heterogéneas obras de los expo-
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