Las relaciones entre América Latina, Estados Unidos y Europa Occidental
LAS RELACIONES ENTRE AMÉRICA LATINA, EsTADOS U"'IOOS y EUROPA OCCIDENTAL para el Progreso, en una época en que nadie osaría hablar del fin de la he– gemonía norteamericana en la región. Tampoco podemos olvidar que durante los primeros años de la década del 60 estos desacuerdos sobre los modelos políticos adoptados en América Latina se tradujeron en sus– pensiones de programas de asistencia .económica y militar, e incluso rela– ciones diplomáticas, qué configuraron una situación general que, al menos en este respecto, no fue demasiado diferente a la actual. Cabe agre– gar que el resultado efectivo de estas políticas tampoco fue sustancialmente diferente, en el sentido que si bien ellas no lograron restaurar la vigencia del sistema democrático-liberal en los países en que· fueron aplicadas, al menos tuvieron un impacto considerable en algunos campos específicos. En la actualidad, este impacto se refleja en la disminución, relativa por cierto, de la represión en algunos regímenes autoritarios latinoamerica– nos que se vieron expuestos a fuertes presiones norteamericanas en tal sen– tido y en la adopción de medidas concretas tales como permitir la entrada al país de comisiones investigadoras en el campo del cumplimiento de los derechos humanos. Obviamente, no estamos sosteniendo que el limitado y siempre incierto ablandamiento de algunos regímenes se deba exclusi– vamente a estas presiones, pero sería absurdo afirmar que la influencia norteamericana ha sido totalmente ajena a este fenómeno. Claramente, la capacidad de disuasión de los Estados Unidos con respecto a los gobiernos autoritarios latinoamericanos sigue siendo considerable. Pero hay otra dimensión de estas interacciones políticas que debe ser mencionada en este lugar. En efecto, algunos hechos recientes permiten aventurar la hipótesis -y por el momento no es más que una hipótesis- de que el relativo distanciamiento de Washington con respecto a algunas capas dirigentes que se sitúan claramente en el extremo derecho de los espectros políticos latinoamericanos está siendo compensado a través del mejoramiento de los vínculos con los sectores democrático-liberales de la región, que se sitúan generalmente en el centro o la centroizquierda de sus respectivos sistemas políticos y que, en diversos casos, evidencia– ron en el pasado una actitud de cierta hostilidad hacia los Estados Unidos. Los renovados y crecientes contactos de los Estados Unidos con partidos políticos de centro y centroizquierda, intelectuales disidentes, movi– mientos sindicales, agrupaciones vinculadas a la Iglesia Católica y demás agentes que conforman la oposición en algunos regímenes autoritarios latinoamericanos podría tener en el futuro repercusiones importantes en términos del mantenimiento de la influencia norteamericana en Amé– rica Latina. Algunas tendencias actuales parecen dar plausibilidad a esta hipótesis. En general, estas tendencias se relacionan con el aparente deseo de Washington de ver transformadas a las actuales dictaduras militares latinoamericanas en democracias "viables", "restringidas" o "pro– tegidas", a través de programas que se traducirían en la instalación de gobiernos civiles de origen electoral, apoyados en movimientos e instÍlu-
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