Las relaciones entre América Latina, Estados Unidos y Europa Occidental

LAS RELACIONES ENTRE AMÉRICA LATINA, EsTADOS UNIDOS y. EUROPA OCCIDENTAL de un cambio de importancia que a pesar de todo no alterará las relaciones entre Estados Unidos y América Latina en el área del Caribe. Obviamente, en ninguna reseña del estado actual de las relaciones políticas interamericanas podría faltar una alusión a los tratados del Canal de Panamá y al significado que éstos tienen en términos de la conti– nuación o declinación de la hegemonía norteamericana en la región. En general, no cabe duda que la firma y ratificación de un régimen jurídico que modifica en forma sustancial las ominosas cláusulas del tratado de 1903 representa un hito de gran trascendencia para las aspiraciones auto– nomistas y nacionalistas de América Latina y deja en claro que los términos de la hegemonía norteamericana en la región han variado fundamental– mente en las últimas décadas. Pero, al mismo tiempo, las negociaciones que llevaron a la firma y ratificación de los nuevos acuerdos y la forma en que éstos comienzan a implementarse en la actualidad constituyen tal vez el mejor ejemplo de las limitaciones y obstáculos quenuyen de la continua– ción, aunque en forma diferente, de la hegemonía del país del Norte en la región, hegemonía que no es defendida o apoyada necesariamente en todos los casos y épocas por el Poder Ejecutivo, como parece demQstrarlo este problema específico. El hecho es que tanto la introducción de la En– mienda De Concini como ciertas declaraciones e interpretaciones de des– tacados personeros norteamericanos sobre los verdaderos alcances de los acuerdos lÍan puesto en tela de juicio, no sólo la disposición de la gran potencia a cumplir con la aspiración panameña, sino que también la capa– cidad de maniobra del Ejecutivo norteamericano en este campo. La solu– ción de compromiso promovida por el senador Byrd atenúa en algo este cuadro negativo, pero no 10Hó despojar a los nuevos acuerdos de su carácter extremadamente ambiguifl>. La aceptación final del gobierno pana– meño tampoco resta fuerza a esta evaluación más bien negativa, ya que en ella parecen haber jugado tres elementos: la convicción de que el gobierno norteamericano había alcanzado el límite de sus posibilidades en materia de concesiones a la posición panameña, la necesidad urgente de utilizar los beneficios económicos adicionales que derivan del acuerdo con el fin de sacar a la economía nacional de la grave postración en que se encuen– tra y, finalmente, el hecho que el régimen de Torrijos había condiciona– do en la práctica su permanencia en el poder a la aprobación de un nuevo tra– tado. En el campo de las relaciones bilaterales entre países latinoamerica– nos y los Estados Unidos queda, por último, un caso bastante atípico desde la perspectiva de nuestro tema. Se trata de Cuba, el único país de América Latina que ha desfiado en forma constante el cumplimiento de los objetivos centrales de la política latinoamericana en la región. En una medida im- ~6 Véase, Gustavo Lagos, "La ambigüedad nota en el Canal de Panamá. Revista Mensaje 27, N Q 269, junio de 1978, pp. 296-299. Y Hans G. Kausch. "The 1977 Panamá Canal Tieaties: beginningof a new era?'" ,"The World Today34. N° 11. pp. 447.454. 34

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