Las relaciones entre América Latina, Estados Unidos y Europa Occidental
LAS IlELACIONES Er.; rilE AMÉIlICA LATINA. ESTADOS USJI)OS y EUIlOPA OCCIDENTAL Las tendencias en este campo también adquieren un cariz bastante di– ferente si se enfocan desde la perspectiva latinoamericana. En erecto, si bien es cierto que se ha registrado un cierto grado de diversificación de las inversiones directas de los países capitalistas desarrollados, no es menos cierto que en una fecha tan reciente como 1975 el 59% de estas inversiones todavía procedía del país del Nortélo. Por otra parte, la inversión di– recta norteamericana se ha desplazado desde los sectores minero, petro– lero y de servicios públicos a los rubros manufacturas, comercio y finanzas, que constituyen en la actualidad los sectores más dinámicos de la economía latinoamericana. Las ventajas de este desplazamiento son obvias: se trata de sectores de gran crecimiento en la región que al mismo tiempo son menos vulnerables a las políticas de expropiaciones, ya que no tienen la fuerte carga simbólica de los recursos naturales; se organizan en unidades más pequeñas y dispersas; y, son muy dependientes de las casas matrices en razón de su total integración a un modelo vertical de división internacio– nal del trabajo. Cabe señalar, por último, que la tendencia hacia la expro– piación de empresas norteamericanas que explotan recursos básicos en América Latina es menos clara que lo que algunos creen. En algunos países estas expropiaciones han sido compensadas en términos relativamente satisfactorios para las empresas afectadas, las que además han conservado una injerencia bastante directa en aspectos tales como management y comercialización. En otros casos, las pérdidas en un sector han sido com– pensadas por nuevas inversiones norteamericanas en otros sectores pri– marios del mismo país. Y también hay casos en que largos y bullados conflictos sobre expropiaciones han terminado en arreglos que tienen gran valor simbólico para las corporaciones transnacionales estadouni– denses. En cuanto a la evolución de las tendencias presentes en el financiamien– to externo de América Latina, la evidencia no permite hablar de una "mayor autonomía"; de la región en este campo. Por el contrario, según los datos del BID la deuda pública externa de la región aumentó de 13.197 millones ele dólares en 1966 a 68.333 millones en 1976, creciendo a una tasa media cana en los países "en desarrollo". Comisión Económica para América Latina (CEPAL). &onomic Survey 01 Latín Ame1"ÍCa: 1977 (Santiago de Chile: CEPAL United Nations. 1978), p. 1143 Ysiguientes. 20 Ibid., p. 1144. Cabe agregar que las cifras por países que se pueden obtener de otras fuentes deparan algunas aparentes sorpresas en este campo. En el caso de Chile, por ejemplo, los datos entregados por el Comité de Inversiones Extranjeras de ese país indican que las inversiones norteamericanas representan nada menos que un 77,20% del total de inversio– nes extranjeras aprobadas al 30 de junio de 1979 (Fuente: Revista Qp.é Posa, N" 434, 9-15, agosto de 1979. pp. 34-37). Esta realidad contrasta notoriamente con las deelaraciones de "expertos" y voceros gubernamentales en el sentido de que se estaría produciendo una diversificación y creeiente autonomía en este campo. Al mismo tiempo. estas cifras confir– man que las discrepancias que se púeden producir entre Estados Unidos y algún país de la región en tomo a problemas espeeí/icos no son obstáculo para una creeiente penetración del capital norteamericano en ese país.
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