Las relaciones entre América Latina, Estados Unidos y Europa Occidental
LAS RELACIONES ENTRE AMÉRICA LATINA, ESTADOS UNIDOS \' EUROPA OCCIDE:-;TAL y algo burda adaptación de la compleja conceptualizacíón de Gramsci al tema que nos ocupa. Lo que nos interesa destacar es que "hegemonía" es más que una influencia dominante, ya que puede implicar una persua– sión (y coerción) exitosa que culmina en un consenso básico que no exclu– ye necesariamente la existencia de ciertos conflictos. Desde este punto de vista, lejos de postular que las c~tegorías de Gramsci encierran la solu– ción final del problema, creemos que ellas al menos nos proporcionan una pista interesante para resolver' la paradoja a la que aludíamos ante– riormente. El segundo problema de conceptualización que se plantea en el trata– miento general de nuestro tema nos lleva a un terreno bastante más conoci– do y estudiado en las relaciones interamericanas: la noción de Estados Unidos como actor en la región. Como se sabe, durante largo tiempo los ánálisis de relaciones interna– cionales se centraron exclusivamente en el Estado-l\ación como actor del proceso internacionaL Siguiendo la ficción jurídica, se estimó que a nivel de las vinculaciones externas de un país, el gobierno y, frecuente– mente, el Poder Ejecutivo que representaba a dicho Estado, era el único actor que valía la pena considerar.· En consecuencia, si se pretendía estudiar las relaciones entre Estados Unidos y América Latina, el análisis se centraba en las interacciones que a nivel de gobierno se producían entre ambos extremos del continente. Obviamente, las relaciones de domina– ción-dependencia también se enfocaban en la misma forma. Si el gobierno de Argentina o de Chile se resistía a las presiones norteamericanas en una situación concreta, se trataba de un país poco dependiente. Si, en cam– bio, algún gobierno centr:oamericano consultaba a Washington sobre la posición que debía adoptar en talo cual debate de las Naciones Unidas, el país en cuestión era calificado como totalmente dependiente. En todo caso, este enfoque centrado en el nivel gubernamentai no se limitó exclu– sivamente al campo de las relaciones hemisféricas sino que, por el contra– rio, era característico de toda la disciplina de las relaciones internacio– nales. Hoy este enfoque se encuentra bastante· superado como consecuencia de dos desarrollos teóricos más o menos paralelos. El primero de ellos está representado por el modelo de política burocrática (BureilUcratic Politics Approach) que recibió su consagración en 1971 con la publicación del libro ae Graham T. Allison, Essence 01 Decission: Explaimng the Cuban Misstle l Crisi!. En términos muy generales, este autor pone en tela de juicio el paradigma tradicional que veía la política exterior de los Estados Unidos como la elección de un actor racional y unitario, postulando en cambio la existencia de dos paradigmas alternativos que ponen énfasis en la rragmentación y diversidad de las agencias gubernamentales qlll' 9 (Boston: Little, lIrown and Co., 1971). Véase también Morton H. Halperin, Bureau– cralic Polítics and Foreign Policy(Washington D.C.: The Brookings Institution, 1974). 22
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